Un escenario de crónica negra
El Moll de la Fusta también tiene su parcela en la crónica negra de Barcelona. El 18 de abril de 1994, el comando Barcelona de ETA estacionó un Seat Ibiza detrás de la sede del puerto y desde allí lanzó tres granadas contra el edificio del Gobierno Militar. Dos de ellas impactaron contra la fachada, pero la tercera dio a una farola del paseo y causó la muerte de un trabajador del puerto y heridas a ocho transeúntes. Pero el suceso cuantitativamente más grave ocurrió hace ahora 40 años, el 18 de enero de 1977, en los tiempos en que la Sexta Flota era parte del panorama del puerto. Aquel día estaba fondeado en Barcelona el portahelicópteros Guam. Ciento cincuenta marines que habían bajado a divertirse a la ciudad regresaban a bordo del buque en una lancha de desembarco, de esas que repetidamente hemos visto en las películas que recrean las batallas de Normandía o Iwo Jima. Al poco, chocaron contra el carguero Urlea, que entraba en el puerto. El balance fue de 49 muertos. Las crónicas de la época reflejan que la lancha iba sobrecargada, a velocidad excesiva para la zona y, posiblemente, que el alcohol que habían ingerido los ocupantes también tuvo algo que ver. Y también un dato desgarrador: muchos militares se ahogaron porque en la oscuridad de la noche no se percataron de dónde estaba el punto de la costa más cercano.