Teresa Gimpera debuta en la comedia con Ventura Pons
La musa de la ‘gauche divine’ protagoniza ‘Oh, quina joia!’
Teresa Gimpera fue, es y será, porque el mito es más fuerte que la cronología, un estandarte de una cierta Barcelona. Esa Barcelona de los sesenta y setenta que vivía de espaldas al franquismo imperante, por rebeldía y porque podía permitírselo. Esa Barcelona que, por resumir, hemos convenido en llamar la Barcelona de la gauche divine.
Es la Teresa Gimpera que inmortalizó Leopoldo Pomés, hermosa, distante, fría. Moderna, por supuesto. Pero lejana, como entre brumas inalcanzables. Esa no es ni mucho menos la Teresa Gimpera de Oh, quina joia!, de Ventura Pons, que hoy se estrena.
Una comedia inesperada que la Gimpera de ahora mismo, la matrona catalana de una cierta edad, simpática, dicharachera y vital, protagoniza evocando los tiempos –las penas– de aquella Teresa Gimpera mitificada (pero muy sufrida).
Teresa Gimpera, en Oh, quina joia! ríe y ríe con fuerza. Se ríe de aquellos tiempos y, por momentos, parece que se ríe de sí misma. Es su primera comedia, y eso que ha participado en más de cien películas. “El cine se ha perdido mi vis cómica”, dice. Qué razón tiene la actriz. Oh, quina joia!, es una road movie sentimental por el planeta Ventura Pons, por sus recuerdos, por sus deseos y uno diría que por sus frustraciones. Una metáfora en clave de comedia, de lo que ha sido este país y de lo que es, según Ventura Pons por supuesto. Por donde transitan los deseos y los amores del director que no cesa: el año pasado estrenaba El virus de la por, un drama, y a principios de este mismo año el documental Cola, Colita, Colassa sobre la fotógrafa Colita, otra leyenda, de otra manera, de esa Barcelona felizmente respondona de los sesenta, como la Barcelona de Gimpera.
¿En que género cabría encuadrar esta comedia, donde la Gimpera comparte protagonismo con Ricard Farré. Para Pons, “prácticamente es un documental. Un retrato de lo que está ocurriendo en clave de comedia, y también de lo que ha pasado durante más de setenta años”, dice. Una mirada hacia atrás con ira, además de con una sonrisa, mayormente la de Teresa Gimpera.
“Estoy encantada de esta película que Ventura ha escrito para mí”, dice la actriz, que hasta ahora siempre he ejercido, en el cine, de señora elegante, rica y distante. “Es la segunda vez que me escriben un personaje sólo para mi”, afirma. La primera fue Fata morgana (1967), de Vicente Aranda. “La veo hoy día, y todavía no sé de qué va”, bromea Gimpera. Ventura Pons, que está a punto de presentar otro nuevo libro de memorias –Els altres són els meus (pero no tots)– deberá recordar en él que descubrió a Teresa Gimpera, comedianta.