Multa ejemplar al niqab
Condenada a pagar 30.000 euros una musulmana italiana que se cubría con un velo integral
La convivencia entre culturas y religiones en Europa se envenena cuando entra en juego el Código Penal. Así se ha vivido en la localidad italiana de San Vito al Tagliamento, a 90 kilómetros al norte de Venecia. Esta pequeña ciudad de 15.000 habitantes ha sido noticia por un desagradable incidente, protagonizado por su alcalde y por una vecina de credo musulmán, seguido de una controvertida sentencia judicial. La mujer, de origen albanés, ha sido condenada a una multa de 30.600 euros por llevar un niqab (velo integral) –y negarse a quitárselo– durante un acto en el Ayuntamiento.
Los hechos sucedieron el mes pasado. Se estaba celebrando un consejo municipal dedicado a los niños, una ocasión para familiarizar a los pequeños con el funcionamiento de la democracia y de las instituciones. Cuando el alcalde, Antonio Di Bisceglie, iba a tomar la palabra, se dio cuenta de que, entre los asistentes, había una mujer, madre de uno de los niños, con el rostro cubierto por un niqab. Di Bisceglie se dirigió a ella y le pidió varias veces que mostrara su identidad y se descubriera porque estaba en un acto público. Ante su reiterada negativa, el alcalde llamó a la policía municipal, que acompañó a la mujer fuera del edificio. Sin embargo, poco después la portadora del niqab volvió a la sala de plenos y se sentó en la primera fila. Llegado a este punto, Di Bisceglie decidió suspender el acto “para evitar una situación poco edificante para los niños presentes”. “Mi conducta se inspiró en la necesidad de que en un lugar institucional se observen plenamente las leyes –declaró el alcalde a La Vanguardia en una entrevista telefónica–. En un sitio público, las personas deben ser reconocibles. Nuestra Constitución dice que todas las confesiones religiosas pueden practicarse mientras no se opongan al ordenamiento jurídico”.
El incidente no se quedó ahí. Fue informada la fiscalía sobre lo ocurrido y, de oficio, procedió contra la mujer, que tiene 40 años, está casada, es madre de cinco hijos y llegó a Italia en el 2000 desde su Albania natal. Hace dos años adquirió la nacionalidad italiana, un trámite en el que intervino el mismo alcalde. En un procedimiento penal rápido y sin juicio, la mujer fue condenada a cuatro meses de cárcel, conmutados por una multa de 30.600 euros. La pena quedó inmediatamente en suspenso debido a la falta de antecedentes. Eso significa que no debe pagar ahora la multa, pero, si no recurre y acepta la sentencia, se arriesga a tener que hacerlo si vuelve a cometer el mismo delito.
El alcalde, que lleva seis años en el cargo y pertenece al Partido Demócrata (PD, centroizquierda), alega: “Estamos en una república laica, nuestras instituciones son laicas y deben respetarse”. “Nuestra comunidad es acogedora pero lo será aún más cuanto más escrupulosamente se hagan cumplir las leyes”, agregó Di Bisceglie.
Para el abogado defensor, Silvio Albanese, “se trata más que nada de un gesto político, pues se le ha aplicado a la señora una ley que fue escrita y pensada en los años del terrorismo, en la década de los setenta del siglo pasado”. El letrado explicó a este diario que la legislación italiana, al contrario que otras europeas, no prohíbe llevar el rostro cubierto si hay un motivo justificado (y la religión lo es, según decidió el Consejo de Estado en el 2008). Sí está vetado hacerlo durante una manifestación pública. El abogado sostuvo que el consistorio infantil no puede considerarse una manifestación pública. Albanese insistió en que la mujer no actuó por voluntad de provocación sino que simplemente pensaba de buena fe que tenía el derecho a llevar el niqab.
Ni el abogado ni su cliente saben todavía qué pasos dar, por miedo al revuelo adicional que puedan causar. “La señora no tiene intención de hacer una cruzada, una guerra de religión –dijo Albanese–. El problema es que estamos ante un caso mediático y ella quiere vivir tranquila. Su esperanza es que caiga el silencio sobre el asunto lo antes posible y dejen en paz a su familia”.
La mujer, de origen albanés, asistía a un pleno municipal infantil y el alcalde la expulsó de la sala