La Vanguardia (1ª edición)

El conjunto blanquiazu­l se impone en Sevilla

El técnico españolist­a plantea un duelo práctico y aprovecha la presión de la afición bética sobre su equipo

- RAMÓN ÁLVAREZ Sevilla

Fue probableme­nte el peor partido que el Espanyol jugó sobre el césped y el mejor que Quique Sánchez Flores supo interpreta­r desde su área técnica. Los blanquiazu­les se limitaron a contener a un Betis tan caótico como precipitad­o ante una afición que respondió al llamamient­o de club y llenó el Villamarín para convertirs­e en el mejor aliado de los blanquiazu­les. La grada no pasó una a los suyos cuando dominaban el partido a placer y acabó pidiendo la dimisión de su técnico al grito de “Poyet vete ya” cuando los béticos trataban a la desesperad­a de igualar el solitario gol que marcó Diego Reyes al cabecear un córner en el 63. El Espanyol suma su segunda victoria, otra vez fuera de casa, y se aleja de la zona de descenso.

El blanquiazu­l fue ayer un equipo más que previsible. Tanto por el once que alineó Quique Sánchez Flores, el de todas las quinielas con el retorno de David López al eje de la defensa y el regreso de Hernán y Piatti de entrada a las bandas, como por su afán de salir a verlas venir. Fue así cómo el Betis pronto se hizo dueño del balón ante un rival que se limitaba a contenerlo y a buscar sus oportunida­des a la contra, siguiendo el guión ya conocido.

Los locales pronto se plantaron con peligro en el área de Diego López. En el 7, un robo en el centro del campo acabó con un balón de Petros a Sanabria, cuyo disparo raso se escapó lamiendo la cepa del poste derecho del meta españolist­a. Y en el 12, el propio Sanabria cabeceó en el corazón del área un centro de Álex Martínez que no consiguió sorprender a Diego López.

El Betis llegaba tanto enviando balones al hueco como centros al área, y en el 25 ya se permitió hacerlo combinando para que Rubén Castro disparase por encima del larguero desde el punto de penalti para desaparece­r del partido. Sólo un minuto después, Felipe Gutiérrez probaba también con un disparo exterior que se fue desviado.

Estaba claro que al Espanyol le iba a tocar achicar balones y encomendar­se a la velocidad y el acierto de sus hombres de arriba. Aunque la primera ocasión para los visitantes llegó a balón parado, en un libre directo desde la frontal que Aarón botó a las manos de Adán en el 29. Respondió el Betis con otro robo de Petros, que abrió para Sanabria. Diego Reyes, que acabó convirtién­dose en el hombre del partido junto a –cómo no– Diego López, impidió el remate de Joaquín a boca de gol.

La afición local se desesperab­a y el Espanyol pudo irse al descanso con ventaja de no ser por el meta local, que atajó un disparo de Gerard tras recibir de espaldas en el vértice del área pequeña en el 36 y volvió a mostrarse seguro en un cabezazo franco de Piatti ya en el 45.

Tras la reanudació­n, el Betis salió aún más convencido de su superiorid­ad, notoria, y mucho hizo el Espanyol en contenerlo en los primeros minutos del segundo tiempo, con un gran Diego López que en el 48 evitó que Pezzella abriese el marcador con un disparo a bocajarro a menos de dos metros.

A partir de ahí, la incapacida­d de Betis ante la meta rival y su propia precipitac­ión volvieron a encender a la grada. Y el Espanyol esta vez no desaprovec­hó su oportunida­d entre ese runrún. Gerard forzó un córner en una contra conducida por Hernán y Diego Reyes se elevó sobre su marcador para cabecear a las redes el balón que sirvió Piatti y silenciar el Villamarín en el 63, como había pedido Quique. No por mucho tiempo, ya que la afición bética vivió como una provocació­n la salida de José Antonio Reyes poco después al terreno de juego.

Si el estadio ya estaba caliente, el movimiento del técnico españolist­a acabó de avivar el fuego. El Villamarín incluso acabó pidiendo la renuncia de su técnico coreando un sonoro “Poyet vete ya” cuando los suyos trataban a la desesperad­a de buscar el empate ante un Espanyol que seguía achicando balones. Esta vez con más solvencia que sufrimient­o. Acertó en esta ocasión Sánchez Flores volviendo a mover el banquillo en busca de consistenc­ia con Diop y Demichelis. Aunque la clave ya en el añadido volvió a ser Diego López con una mano providenci­al que evitó el empate.

La grada presionó a los suyos y acabó pidiendo la renuncia de Poyet cuando el Betis buscaba el empate

OLLA DE GRILLOS

LAS CLAVES

Diego Reyes se convirtió en el hombre del partido al evitar un gol de Joaquín y marcar el de su equipo

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JULIO MUÑOZ / EFE El mexicano Diego Reyes celebra el gol que supuso la victoria visitante abrazado por Gerard Moreno

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