La Vanguardia (1ª edición)

El niño que escribe cartas al mundo

ESTA ES LA HISTORIA DE UN NIÑO DE BOLSTERSTO­NE, UN PUEBLECITO DE INGLATERRA A 8 MILLAS DE LA CIUDAD DE SHEFFIELD. A LOS CINCO AÑOS TOBY DECIDIÓ ESCRIBIR CARTAS A PERSONAS DE TODOS LOS PAÍSES DEL MUNDO, QUERÍA SABER DE ELLOS, HACER AMIGOS. SU ENTUSIASMO Y

- IMA SANCHÍS Barcelona

Hace tres años, un radiante día de primavera, Toby salió de su colegio en Bolstersto­ne (Reino Unido) con un libro bajo el brazo que su maestra quería que leyera. La maestra sembró una semilla. A letter to New

Zealand (Carta a Nueva Zelanda) de Alison Hawess, cuenta el viaje que realiza una carta desde el buzón de correos hasta su destinatar­io. A Toby, hijo único de un desarrolla­dor de juegos para internet y una profesora de idiomas, que tenía entonces cinco años y medio, le entusiasmó la historia y le preguntó a su mamá si podía escribir una carta a todos los países del mundo.

Sabine no es una madre cualquiera y no descartó aquella estrambóti­ca propuesta. Regó la semilla. Le explicó que había muchísimos países, y le sugirió empezar por cinco cartas. “Es posible, confiesa Sabine, que si Toby me hubiera hecho esta propuesta por la noche, cuando ya estoy agotada, no me lo hubiera tomado en serio, pero en aquel momento fui consciente del poder que tiene una meta y decidí ver hasta dónde era capaz de llegar”.

Preguntand­o a amigos y familiares, Sabine encontró a cinco personas de Estados Unidos y Europa dispuestas a recibir y contestar una carta de un niño de cinco años. Recibir respuesta entusiasmó a Toby y decidieron continuar. Cada vez que Sabine conseguía la dirección de una persona, madre e hijo investigab­an por internet cómo era el país, y Toby preguntaba en su carta acerca de las cosas que le llamaban la atención. Pero pronto encontrar direccione­s de personas en países lejanos empezó a ser complicado. Sabine envió e-mails pidiendo contactos a centros internacio­nales de todo tipo, museos, embajadas..., y la mayoría quisieron saber cómo avanzaba el proyecto de Toby. Fue así como abrieron una página en Facebook donde se compartían las cartas enviadas y recibidas. Alguien anónimo publicó su proyecto en Reddit y de un día para otro pasaron de recibir cien me gusta a tres mil. La inocencia de Toby había tocado el corazón del mundo. Todos querían ser Toby, tener amigos en el mundo entero, conectar con otros por el simple placer de hacerlo. Cuando su madre le preguntó por qué quería seguir escribiend­o cartas, Toby le contestó: “Creo que la gente se siente feliz cuando recibe mi carta”. No se equivocaba, no solo hacía sonreír a quien recibía la carta, también a la gente que las leía por internet. Recibieron mensajes conmovedor­es diciendo que el proyecto de Toby les había emocionado y les había dado fe y esperanza en un mundo mejor. Cinco mil personas de todo el planeta querían compartir el sueño de Toby y comenzaron a hablar entre sí. Todo se aceleró, a Toby le entrevistó la BBC, incluso dos familias quisieron adoptarle, y la editorial Penguin editó Hola,

mundo, ¿cómo estás? (Los Libros del Lince), que recopila una selección de las mil cartas que ya ha enviado a 193 países. En octubre del 2013 Toby escribió a la persona del último rincón del mundo que le faltaba. El sueño estaba cumplido.

...Pero Toby quiso seguir (“por lo menos hasta que sea mayor”), porque el cariño que da y que recibe es adictivo, y porque tal y como asegura hoy a sus ocho años: “Escribiend­o estas cartas me he dado cuenta de que el mundo realmente no es tan grande como pensaba, y que las personas que habitamos en él no somos tan diferentes”.

En el transcurso de estos tres años Sabine y Toby se han encontrado con realidades duras, la primera vez fue con un niño somalí. Viendo las imágenes del país en internet comprendió que no todos los niños podían comer cada día, ir al colegio o tener la seguridad que él daba por sentada, y se preguntó qué podía hacer él para ayudarlos. Sabine contactó con la ShelterBox, y Toby decidió recaudar dinero para que esta organizaci­ón benéfica se lo hiciera llegar a sus amigos necesitado­s del mundo con los que sigue en contacto y que le ponen al día de las consecuenc­ias de desastres naturales. Tras el tifón Haiyan, Anika y sus alumnos le escribiero­n desde Filipinas para decirle que estaban bien. Otra gran lección vivida por Toby y sus seguidores que Sabine resume con sencillez: “Todos los desastres son personales; todos y cada uno de ellos tienen detrás un nombre, una historia y una carta”.

En los últimos tres años ha enviado mil cartas a 193 países y se ha convertido en un fenómeno mundial

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