La Vanguardia (1ª edición)

Ser o no ser una piedra

- Llucia Ramis Barcelona

Intentar definirte por lo que no eres. Por las cosas que no has hecho. Por la vida que podrías haber tenido. Éste sería el punto de partida de No, de Saïd El Kadaoui Moussaoui. Publicada por Catedral, la novela habla de un determinad­o tipo de fracaso: el de un hombre que no quiere tener hijos, no se atreve a vivir con la mujer a la que ama, no está dividido entre dos culturas y no volverá a Marruecos porque Marruecos se ha convertido en una ficción. La Central de la calle Mallorca se quedó pequeña para acoger la presentaci­ón de un libro que desnuda a su autor. Y eso que –salvo lo de no volver a Marruecos–, él, el autor, ha hecho casi todo lo contrario que el narrador.

Uno de los títulos que podría haber tenido No es: “De la mano de Hanif Kureishi”, porque hay mucho del escritor británico. “Cuando lo leo a él o a Philip Roth, conecto enseguida; tengo la impresión de que hablan de mí, que es lo que ocurre con la buena literatura”, dice El Kadaoui. Su editora, Iolanda Batallé, le pide que desarrolle algunas frases de la novela, como: “El amor de mi madre es la semilla de mi pensamient­o autónomo, el mismo que me permite criticarla”. O: “Alá siempre está dispuesto a acompañar a los hijos de los inmigrante­s en el fracaso”. O: “Se es miembro de una tribu, o se es ciudadano, o se es inmigrante”. O la que está en la cubierta: “A los cuarenta años, soñar empieza a ser ridículo”.

Lo que es ridículo es soñar siquiera en acudir a todos los actos que había esta semana. Si me definen las cosas que no he hecho, no oí La veu del Cyrano, de Gemma Sardà, ni pude Sortir a robar cavalls con Per Petterson en Club Editor. Tampoco me puse en la

Piel de lobo, de Lara Moreno, ni sé cuáles son Tots els noms del desig, de Marta Romagosa. No formé parte de La sociedad adquisitiv­a, ensayo de R.H. Tawney, en el Círculo de Economía. “¿Por qué No?”, le preguntaba Batallé a El Kadaoui. Y Ricard Ruiz, que se sentaba en primera fila, le salvó al chivarle: “Porque sí”. Sí estuve en la entrega de los premios Tendències, por ejemplo, “un suplemento cultural genuinamen­te catalán, hecho en catalán y castellano”, como explicaba Álex Sàlmon, director de El

Mundo Catalunya. “Somos unos buenísimos prescripto­res de la cultura”, añadía tras enumerar algunos galardonad­os en ediciones anteriores, como Filmin, la productora Canadá o Jaume Plensa, “que entonces era reconocido, y ahora es popular”. En su noveno año, los premios Tendències recaen en el DJ Ángel Molina, como creador consolidad­o; la Galería Carles Taché, industria cultural consolidad­a; Xavi Bové, creador emergente, y la Sala Hiroshima, industria cultural emergente.

Casi en la puerta de la Sala Teatre del CCCB, la diseñadora Purificaci­ón García le ha preguntado a una mujer: “Oye, ¿tú sabes dónde es esto?”. Y la mujer era Ada Colau. Ahora, sobre el escenario, la alcaldesa recuerda que la cultura es un derecho fundamenta­l, como la vivienda, la sanidad y la educación, y debe ser independie­nte y con un IVA adecuado. El conseller Santi Vila cierra el acto antes de que todos se lancen a las delicatess­en de sushi, jamón, quesos variados y buenos vinos. Por un momento, parece que la tendencia es volver a los alegres años de la opulencia. Esos en los que, como titula el subdirecto­r de La Vanguardia Llàtzer Moix, Queríamos un Calatrava.

Publicado por Anagrama, este ensayo “se atreve a tratar el tema de la arquitectu­ra icónica y los monumentos estrella de manera seria y profunda”, según Lluís Comerón, decano del Col·legi d’Arquitecte­s de Catalunya. Lo hace a través de quince crónicas que analizan la trayectori­a de alguien que pasó de ser admirado en todo el mundo a criticado sin excepción. “Calatrava era un hombre de su tiempo”, indica Julia SchulzDorn­burg. Esto es: del tiempo del pelotazo. Ella agradece el retrato profundo sobre un hombre del que se sabe poco, en el cortoplaci­smo que nos invade y esta miopía desde

Llàtzer Moix concluye: “No se negará que tengo un gran talento para elegir a mis presentado­res”

la que nadie ve más allá de lo inmediato.

Jacinto Antón, por su parte, habla desde la competenci­a profesiona­l (y la amistad personal) cuando dice que Moix es un “periodista salvaje de la peor especie, parece que esté sin hacer nada, con el Martini en la mano, y luego te enteras de que ha conseguido las mejores fuentes; es nuestro Tom Wolfe, por el estilo y el talento que tiene”. El editor Jorge Herralde también se ha referido a su “flema británica, como su vestuario”. Antón ha traído una piedra que, asegura, le recuerda a Moix. Es de la tumba de Aristótele­s: de mármol y buena clase, sólida, tiene un pasado y también un futuro. Moix concluye: “No se negará que tengo un gran talento para elegir a mis presentado­res”. No.

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Calatrava. De izquierda a derecha: Lluís Comerón, Jorge Herralde, Llàtzer
Moix, Julia Schulz-Dornburg y Jacinto Antón
LLUCIA RAMIS Queríamos un Calatrava. De izquierda a derecha: Lluís Comerón, Jorge Herralde, Llàtzer Moix, Julia Schulz-Dornburg y Jacinto Antón
 ?? LLUCIA RAMIS ?? No. La editora Iolanda Batallé presenta la novela de Saïd El Kadaoui Moussaoui en la librería La Central de la calle Mallorca
LLUCIA RAMIS No. La editora Iolanda Batallé presenta la novela de Saïd El Kadaoui Moussaoui en la librería La Central de la calle Mallorca
 ?? XAVIER GÓMEZ ?? Premios Tendències. Los galardonad­os recogen los premios de ‘El Mundo Catalunya’ en el escenario del CCCB
XAVIER GÓMEZ Premios Tendències. Los galardonad­os recogen los premios de ‘El Mundo Catalunya’ en el escenario del CCCB
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