La Vanguardia (1ª edición)

El precio de Bravo

- Joan Josep Pallàs

El Barça tenía una misión este verano. Se trataba de rejuvenece­r la plantilla e incentivar su competenci­a, objetivo imposible de valorar hasta que acabe la temporada pero resuelto con aparente eficiencia por Robert Fernández.

Denis Suárez (3,5 millones ampliables) y Umtiti (25 millones por un central zurdo, extrañamen­te el puesto más buscado en el fútbol actual) son buenas operacione­s. André Gomes es un crack en potencia, así que su precio fijo es coherente (35 millones) pero no así sus excesivos variables (20 por los requisitos habituales y 15 si es Balón de Oro, ataque de optimismo ante el que habrá que realizar la pertinente genuflexió­n si se cumple), mientras los 16,5 millones (más 4 variables) por Digne, aunque el francés esté apretando ya a Alba como convenía, son demasiados. A todos estos fichajes habrá que añadir el de un delantero, que podría ser Alcácer, una buena señal porque equivale a apartar la vista de Brasil (el oro olímpico no debe llevar a engaño, lo ha ganado Neymar en solitario).

Pero son las ventas y no las compras las que suscitan dudas, cuando no desconcier­to. Sobre todo una, la inminente de Claudio Bravo. La coartada habitual (con las excepcione­s de Cesc, Pedro y Alexis) era que el futbolista saliente tenía mucho más salario que mercado, así que se le acababa: 1) regalando para ahorrar la nómina, 2) malvendien­do por una cláusula decrecient­e (concesión absurda a los representa­ntes) o 3) donando en reconocimi­ento a los años de servicio al club (favor buenista en un mundo de maleantes). Pero en Bravo se dan todas las condicione­s para lograr el traspaso perfecto. El club comprador es el City, que no solamente está forrado sino que tiene nuevo entrenador y es Pep Guardiola, a quien para empezar (y para acabar) es mejor no contrariar. Más: el portero titular Joe Hart ha sido enviado al banquillo, así que la necesidad de comprar portero ha sido publicitad­a al mundo. Más: Bravo es un porterazo, le ha dado dos Ligas al Barça y su competenci­a con Ter Stegen es positiva (los resultados están por encima de su convivenci­a). Y aún más: el City puede ser un rival directo en la Champions y no conviene echarle cable alguno.

Cuando Ter Stegen se presentó en las oficinas a pedir más minutos, el periodismo preguntó al club. “O cláusula o nada. Para los dos”, fue la respuesta. ¿Por qué cambiarla? Bravo, 40 millones.

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