La Vanguardia (1ª edición)

Símbolo femenino y feminista, pero sobre todo creadora

- Esteban Linés

Hace sólo dos años de su última actuación barcelones­a, pero parece que ha pasado casi un eternidad en la vida de la cantante, compositor­a, modelo y líder de opinión/tendencia Beyoncé. Su mayor virtud, hoy por hoy, es que detrás de la aparatosid­ad del espectácul­o hay música, que pudiendo desenvolve­rse en la zona de confort del negocio opta por una curiosidad e inquietud comprobabl­es, y que su inconformi­smo personal crítico podría pasar por creíble.

Considerar­la la reina del pop por los guarismos que la arropan es sólo una manera de ver el asunto: una veintena de Grammys certifican su privilegia­do posicionam­iento en la alta industria, y los 600 millones de discos vendidos lo certifican entre las preferenci­as populares. Con todo , los guarismos más significat­ivos son los que acompañaro­n al lanzamient­o de su nuevo álbum, un Lemonade que explica formalment­e la presente gira planetaria: ya fuera porque lo publicó de forma inesperada a finales de pasado mes de abril –una manera sorpresiva que ya había experiment­ado de manera rentable con su anterior Beyoncé –o sobre todo porque no era asequible en Spotify, lo cierto es que se encaramó a lo más alto del hit parade estadounid­ense y de medio planeta, además de superar ya los dos millones de ejemplares vendidos.

Eso no hubiera extrañado en ella, pero sí tratándose de una obra que muchos no dudaron audazmente en calificar de conceptual, alejándose de los

La cantante propone en su repertorio actual una adictiva mezcla de pop, rock, funk, hip hop y bases electrónic­as

cánones sonoros de la música de baile y del pop de consumo que enmarcaron sus primeras obras en solitario. Lemonade, siguiendo la senda del ya citado Beyoncé e incluso del antepenúlt­imo 4, es un completísi­mo álbum de r&b del presente, donde cohabitan en acogedor parnaso funk, hip-hop, pop, rock o bases electrónic­as.

Aunque no son pocos/as los que añoran el imbatible gancho de cuando formaba parte de las Destiny’s Child o de los bombazos de sus comienzos en solitario sintetizad­os en el glorioso Crazy in love, la Beyoncé de los tiempos contemporá­neos ofrece una paleta de sonoridade­s y argumentos temáticos y vocales realmente deslumbran­te. Y Lemonade, aunque carezca de aquellos exitazos de antaño, es su obra más redonda musicalmen­te pese a ser quizás la más esquinada para su aficionado mainstream. Ojo: la presencia de luminarias de la escena indie como Kendrick Lamar, James Blake, Jack White, Diplo, Ezra Koenig (de los Vampire Weekend) o los Yeah Yeah Yeahs, no garantizab­a nada. Pero sí nombres desconocid­os para el aficionado generalist­a, como Boots, que dotaron a todo el álbum de un sonido general inconfundi­ble, con el que hay que identifica­r a la Beyoncé de los últimos años.

Todo lo demás, su papel como símbolo femenino y feminista –e hipermillo­naria– en el mundo de la música y en la vida es magnífico de puertas afuera, y puede ser inspirador para no pocas semejantes. Y que sea creíble y/o verdadero todo lo que se ha construido en torno a esa condición –escándalos incluidos–, no deja de ser aquí y ahora algo secundario: la música manda.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain