Y le llamaron ‘el inmortal’
El legendario Jordi Hurtado volvió ayer al concurso ‘Saber y ganar’ tras un breve paréntesis de salud
Si Fausto vendió su alma al diablo a cambio de la eterna juventud y del saber ilimitado, parece que Jordi Hurtado ha seguido sus pasos. Nacido el año 1957 en Sant Feliu de Llobregat (Barcelona), ha sido cariñosamente rebautizado como el inmortal. Presentador de Saber y ganar, el concurso más longevo de la historia de la televisión en España, Hurtado luce el mismo aspecto, la misma sonrisa y el mismo buen humor desde que en 1981 comenzó a trabajar en los sótanos de Radio Barcelona de la cadena Ser en los programas Lo toma o lo deja y Radio al sol, que le valió un Ondas. Ayer regresó a su concurso después de unas semanas de baja a causa de una intervención quirúrgica. Ha sido su primera baja laboral en casi veinte años, lo cual indica una fuerte salud y que le gusta mucho trabajar.
La carrera televisiva que le ha convertido en uno de los presentadores más populares e icónicos se forjó a través de concursos como Si lo sé no vengo, La liga del millón, Pictionary y Carros de juego, entre otros. Todo ello suma ya tres décadas y media de concurso en concurso y más de la mitad de su vida entre concursantes. Nadie ha hecho tantos cientos de miles preguntas y ha dado otros tantos cientos de miles de respuestas sobre diversos temas de cultura general. Hay en su mucho saber una especie de enciclopedia sobre todo lo humano con espíritu de juego y con una divertida y ejemplar aceptación del ganar y del perder. Y una constante relación con el azar, que a veces juega a favor o en contra de los concursantes.
Proveniente de los tiempos de la cinta magnetofónica, la era cibernética ha engrandecido la leyenda de Hurtado. Hablan de él las redes sociales, se comparan récords de permanencia televisada y hay hasta webs dedicadas a chistes sobre su persona y su obra. Sólo le faltó un cameo en el túnel del pasado de la teleserie El Ministerio del Tiempo para alimentar teorías como que su primera pareja de concursantes fueron Adán y Eva. Con su sentido del humor a flor de piel, su mirada vivaz, su rapidez verbal y su rostro casi inarrugable, se ha ganado la simpatía de la audiencia que ha crecido con él y de la que crece ahora. Son ya dos generaciones con Hurtado en la pantalla y casi veinte años en horas de sobremesa. Sin olvidar que fue la voz de Epi en el espacio infantil Barrio Sésamo.
De carácter juguetón, Hurtado se toma a broma que le comparen con Matusalén, que aún le confundan con Alfons Arús, que se diga que ya no existe y lo que se ve ahora es su holograma, que su contrato data de antes de los Reyes Católicos… Lo cierto es que sus juegos infantiles fueron la oca y el parchís, y que le hipnotizaban los concursos Cesta y puntos; Un, dos tres, y la teleserie Bonanza .Un inconveniente de su trabajo, según cuenta, es que sus amigos no quieren jugar al Trivial con él porque las acierta todas. Con imagen de buena gente, es partidario del cerebro bien amueblado, adversario del engreimiento y practicante de la duda como método. Nunca ha hecho chorradas ni el ridículo.