Deberes y colonias de verano
Ahora que se acaba el curso, querría hacer algunas consideraciones sobre la conveniencia o no de proponer deberes y sobre la necesidad de las actividades de verano para niños y adolescentes. Respecto de los deberes estaría bien que los centros educativos se afanasen en coordinar el profesorado, tanto en primaria como en secundaria, para que de cara al próximo curso se resuelva este problema endémico y que tanto preocupa: ni el exceso de deberes ni de exámenes debería ser un calvario para niños y padres (sobre todo madres). Y aunque este es un problema que afecta a muchos otros países, su aumento, sobre todo en los más pequeños, es una manifestación más de un retorno a una enseñanza más tradicional. Francesco Tonucci se quejaba de que incluso en Italia (las escuelas de Reggio Emilia fueron un referente para la pedagogía catalana en los setenta) se ha producido este retroceso. A consecuencia de una mentalidad cortoplacista que se confunde con el auténtico aprendizaje que pide un tempo más lento. Por suerte, muchos padres cada día son más exigentes y demandan escuelas más activas.
Ahora bien, de cara al verano los mejores deberes serán siempre jugar, dibujar, leer, hacer ejercicio y el descubrimiento de la naturaleza, que está más cerca de lo que a menudo pensamos, incluso en las grandes ciudades. Todo para restar tantas horas como se pueda al uso excesivo de artefactos tecnológicos y al sedentarismo que va con ello asociado. Y respecto de la asistencia a esplais y colonias, aún son muchas las familias que no podrán permitírselo. Porque si bien es cierto que la oferta de becas ha aumentado considerablemente, por lo general tienen acceso a ellas las rentas muy bajas. Y que paradójicamente, y como resultado de la misma exclusión social, no se llegan a demandar en su totalidad (este año, por ejemplo, no ha crecido la demanda).
A la vez el crecimiento de los índices de pobreza de las falsas clases medias de antes de la crisis, que como se ha demostrado eran bajas (hoy casi un 40% de la población), ha sido enorme (un 30% de la rentas menores ha perdido un 20% de sus ingresos, las clases medias entre un 6%-7%, y las rentas altas han crecido). Pues bien, estas falsas clases medias, que de hecho son bajas, a menudo no pueden acceder a estas becas.