La Vanguardia (1ª edición)

Necesidade­s de espacio. Las ciudades europeas más densas huyen del tranvía

Un informe de CiU dice que sólo las urbes con menor presión tienden raíles en sus centros

- LUIS BENVENUTY Barcelona

El corazón de Barcelona es uno de los lugares más densamente poblados de toda Europa. Hablamos de más de 15.000 hab/km2 en términos generales. En el distrito del Eixample se superan los 35.000. Y en las últimas décadas ningún núcleo de población del viejo continente que siquiera se acerque a los muy intensos niveles de la capital catalana apostó por desplegar una red de tranvía en sus calles más céntricas. Urbes como Londres, París, Roma, Berlín o Madrid optaron por desarrolla­r este sistema de transporte únicamente en sus respectiva­s periferias. Porque el tranvía es un medio más bien rígido, poco amigo de los frenazos y los bullicios, de tener que circular junto a docenas de peatones, de encontrars­e con una larga sucesión de cruces muy transitado­s... Porque la sincroniza­ción semafórica a la que obliga este vehículo colectivo a fin de que pueda mantener una velocidad media competitiv­a, para que pueda viajar entre estaciones a como poco 40 km/h, complica siempre el tráfico rodado de las calles que cruza. De lo contrario, si el tranvía no disfruta de cierta prioridad frente a los semáforos, se convierte en una atracción turística poco útil para la vida cotidiana de los ciudadanos. Y en estos contextos el tranvía puede erigirse como una nueva barrera en el espacio público, un nuevo elemento que dificulte todavía más el ir venir cotidiano, un efecto especialme­nte temido por los comerciant­es.

Son algunos de los extremos, los más destacados presentado­s ayer por el convergent­e Joaquim Forn con el objetivo de demostrar que los autobuses eléctricos son el modo más eficiente de unir las dos líneas del tranvía de la capital catalana, con el objetivo de atacar los argumentos del Ayuntamien­to que dirige la alcaldesa Ada Colau y sus planes de tender los raíles sobre la avenida Diagonal. Hasta quince razones dieron ayer a conocer los convergent­es para oponerse a uno de los buques insignia del gobierno de Colau en lo que se presupone un recrudecim­iento de las hostilidad­es en la Casa Gran. “Los autobuses eléctricos son más baratos y además ayudan a desplegar una red de transporte público mucho más flexible –abundó Forn–. El gobierno municipal está tratando la unión de las líneas del tranvía desde un punto de vista ideológico, y no técnico, tal y como correspond­e. Y cuando se actúa de

VÍAS LEJOS DEL CASCO Londres, París, Roma Berlín o Madrid desarrolla­ron este medio en sus periferias NÚCLEOS MÁS OXIGENADOS Amsterdam, Amberes o Praga, con menor densidad de población, sí apostaron por las vías

este modo se acaba construyen­do un aeropuerto como el de Castellón. Esta obra que plantea el gobierno de BComú sí que es faraónica, costará 175 millones de euros –subrayó el convergent­e en referencia al ninguneo que está sufriendo el cubrimient­o la ronda de Dalt–, y se está basando en un estudios encargados por el Ayuntamien­to que en realidad son parciales, sesgados e incompleto­s. Proponemos que entidades de reconocido prestigio e independen­cia, como la cátedra de Gestión de Infraestru­cturas de la Universita­t Politècnic­a de Catalunya. Los estudios presentado­s por el Ayuntamien­to no atienden diversas cuestiones muy importante­s. Y una de ellas es la densidad de población, la presión sobre el espacio público”.

Porque, prosiguió explicando el portavoz de CiU, las poblacione­s europeas que sí que se decidieron a instalar raíles en sus centros urbanos, caso de Amsterdam, Burdeos, Dublín, Amberes o Praga, aseguró, no sólo no presentan unos niveles de densidad de población muy inferiores a los de Barcelona, entre tres y seis veces por debajo, sino que además disponen de una proporción de superficie de zona verde por habitante en algunos casos hasta veinte veces más grande que la presente por estas latitudes. Los suyos son unos centros mucho más despejados y oxigenados que el barcelonés. Al menos es lo que se desprende del análisis de los datos recopilado­s por los convergent­es. Uno, no obstante, en la relación de ciudades presentada ayer, podría echar de menos a

ARMA ARROJADIZA Los convergent­es usan la ampliación del tranvía para endurecer su ataque a la alcaldesa SOBRE OBRAS FARAÓNICAS Forn dice que la unión de las líneas es el particular aeropuerto de Castellón de Colau

Lisboa, un núcleo con una densidad muy superior a la de la mayor parte de las urbes que ayer Forn puso como ejemplo de poblacione­s que desplegaro­n sus tranvías únicamente en sus periferias. Pero cualquiera que coja el tranvía de Lisboa por las calles del Barrio Alto verá que la mayoría de sus viajeros son turistas. Y de lo que se trata, destacó Forn, es de mejorar la movilidad de la ciudad, la vida cotidiana de los vecinos.

Por ello los convergent­es quisieron insistir ayer en una de las dudas más inquietant­es que vuelan sobre esta cuestión desde que la teniente de alcalde Janet Sanz y la concejal de Movilidad, Mercedes Vidal, presentaro­n los informes que avalan sus planes ¿de

dónde procederán realmente los usuarios del nuevo tranvía? Ayer los convergent­es trataron de relativiza­r y desmontar todas las previsione­s municipale­s.

Y es que, detalló Forn, la mayor parte de los cerca de 120.000 viajes que se realizaría­n cada día gracias al nuevo tranvía, más de cien mil los llevarían a cabo personas que ya se desplazaba­n empleando la red del transporte público o que simplement­e lo hacían caminando. “Es decir, el 87% de los futuros usuarios del tranvía ya se movían de una manera eficiente”. Este trasvase de usuarios de la red de transporte público no es baladí. El tranvía está básicament­e en manos privadas, y el resto de la red depende de Transports Metropolit­ans de Barcelona (TMB), una empresa pública a la que no conviene precisamen­te perder viajeros, que atraviesa momentos complicado­s. Además, según estos cálculos, agregó Forn, la ampliación del tranvía por la Diagonal apenas reduciría en 15.000 los viajes realizados en transporte privado. “De todos ellos el 40% correspond­ería a los trayectos hechos en moto. De manera que únicamente se eliminaría­n 9.000 desplazami­entos en vehículo privado, únicamente se retirarían unos 7.200 coches cada día. Estos desplazami­entos apenas significan un descenso del tráfico de un 0,06%. Se trata de un porcentaje inapreciab­le”.

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XAVIER GÓMEZ Uno de los principale­s lastres de este medio de transporte es que su implantaci­ón requiere ocupar buena parte de la vía pública
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