Y la música a todo trapo
Los altavoces del Bernabeu volvieron a funcionar a toda pastilla. Sinónimo moderno de que el equipo blanco ha mordido el polvo y de que hay sonido de viento desde la grada contra el poderoso presidente del Madrid. Como si se repitiera la función del día de la goleada del Barça del pasado noviembre, regresaron los fantasmas a Chamartín y lo que era un entrenador camino de la perfección como Zinedine Zidane se convierte simplemente en una chaqueta elegante, en un modelo de ropa, sin más currículum en su carnet de técnico que sus logros como jugador. Zizou ya no merece una matrícula de honor en su corta era, aunque el respetable, que ya intuía que el culpable no era Rafa Benítez, pese a que le cogió mucha manía, la tomó con algunos jugadores y con Florentino. Los hechos se produjeron justo una década después de que Pérez dimitiera en su primera etapa tras haber mimado a sus galácticos. Objetiva y cartesianamente, al Barça le habría convenido más un empate en el derbi de descolgados porque así tendría la oportunidad de distanciar esta noche más de sus perseguidores, pero desde el punto de vista emocional ver al Madrid por los suelos y al público protestando también ante su vecino siempre es una satisfacción inevitable para el barcelonismo. Si un milagro no lo remedia el equipo que se jacta de ser el más poderoso a nivel económico del planeta fútbol sólo habrá ganado una de las últimas ocho ligas, unos registros paupérrimos. Sí, siempre tienen su querida Champions para tratar de remediar cualquier urgencia, pero eso es como acudir a la administración a comprar un billete de lotería. Sería una gran compensación para el Madrid, pero mientras tanto la parroquia blanca tiene que aguantar un bochorno tras otro y la increíble crítica de Cristiano de ayer contra sus compañeros de vestuario. Todo un gallinero.