Castillo cultural en Sant Julià de Ramis
El centro de arte que abrirá este año albergará un museo de joyas, exposiciones y talleres
Desde hace unos años son muchos los automovilistas que, al salir de Girona y Sarrià de Ter en dirección norte, se vuelven a su derecha y se preguntan qué se está construyendo sobre la montaña de Sant Julià de Ramis. La respuesta la tiene la empresa D’Or Joiers, que adquirió la antigua fortaleza hace unos diez años con la intención de convertirla en un gran centro turístico-cultural que incluirá un pequeño hotel de lujo, dos restaurantes, una zona museística que presentará una colección permanente de joyas, dos grandes salas de exposiciones temporales y unos talleres de artista.
D’Or Joiers es una empresa dedicada a la producción y elaboración de metales preciosos, cuyo taller en Barcelona ha sido un es- trecho colaborador de Elsa Peretti durante más de 30 años y es el fabricante principal de sus diseños para Tiffany & Co.
Las obras de este centro internacional de arte están ya muy avanzadas pero la complejidad de las instalaciones, la necesidad de preservar las estructuras de la for- taleza, protegida por la Generalitat como bien cultural de interés nacional, y la adecuación a las demandas de seguridad han retrasado su conclusión, inicialmente prevista para finales del año pasado. Dirigen el proyecto, con un coste estimado de 12 millones de euros, los arquitectos Josep Fuses i Joan M. Viader, autores, entre otras obras, de la rehabilitación de las casas del Onyar de Girona, de la restauración de la fachada de la catedral de Barcelona y de la conversión del antiguo hospital de Santa Caterina de Girona en sede de la Generalitat. Su previsión es que en verano puedan estar ter- minadas la parte museística y los talleres de artistas, mientras que para finales del 2016 se prevé que se acabe el resto. Una de las cuestiones pendientes es ahora mismo la de los accesos desde la carretera nacional que pasa por la población de Sant Julià de Ramis.
Tanto desde el ayuntamiento de Girona como desde Sant Julià, y desde las instituciones territoriales y las instancias turísticas de la Costa Brava, se sigue con interés las obras de este centro que se espera que pueda atraer a un turismo de calidad, que busca tanto el contacto con la naturaleza como con la cultura. Por su situación geográfica, el castillo ofrece unas vistas magníficas y desde el punto de vista cultural, a la espera de la concreción de contenidos, se estima que puede ser un buen complemento de la oferta de Girona y el Empordà.
La idea inicial de la empresa es poder exponer algunas de las magníficas piezas que durante años han elaborado para Tiffany,
la célebre joyería de Nueva York. Muchos de los diseños han partido del estudio de Elsa Perettti, la célebre diseñadora italiana que tiene casa en Sant Martí Vell, población situada a escasa distancia.
La exposición permanente pretende ser un museo de joyería, gemología y platería, inexistente en Catalunya, y se cuenta con la participación del Gremi de Joiers de Catalunya. Para este espacio se cuenta además con el asesoramiento técnico del MNAC. Las piezas se situarán en las quince salas situadas en lo que fueron las caballerizas del castillo, que están casi intactas. No puede decirse lo mismo del resto de la fortaleza porque en 1939, en el momento de la retirada, las tropas republicanas hicieron explosionar parte de la muralla exterior y eso afectó a toda la entrada principal. Por suerte no explotó toda la pólvora colocada en los muros, parte de la cual aún se halló al empezar las obras.
Encima del espacio de las caba- llerizas se sitúan dos grandes salas reservadas a exposiciones. Según uno de los responsables del proyecto, aún no están perfilados los contenidos. Se han mantenido conversaciones con Judit Subirachs, hija del escultor Josep Maria Subirachs, para exponer parte de la colección privada familiar. Como se sabe, hubo intentos para trasladar estas piezas a una sala especial del MNAC que de momento no han fructificado. Para la otra sala se barajan varias posibilidades, desde una colección de pintura catalana hasta la obra de un diseñador de joyas. Como complemento de este centro, se han construido y están prácticamente a punto seis talleres de artista, que incluyen desde una pequeña vivienda hasta una zona de trabajo e incluso un horno exterior para la forja de hierro, que permitirá las estancias de jóvenes creadores.
La parte de servicios incluye un hotel de quince habitaciones, de alto standing, que contará con un pequeño restaurante. Además habrá otro restaurante, casi acabado también, de mayores dimensiones. Para una de las paredes se ha encargado un mural de cerámica a los talleres Josep Llorens Artigas, de Gallifa. Los propietarios del complejo se han limitado a comentar que han existido contactos con el cocinero Paco Pérez, del restaurante Miramar, de Llançà, dos estrellas Michelín, con establecimientos en Barcelona y Berlín.
Otra parte interesante es el auditorio construido bajo tierra, con capacidad para 300 personas. La sala tiene forma ovalada y una cúpula con una abertura en la parte central por la que se filtra la luz exterior. Todo el techo está recubierto de tierra rojiza, de tal modo que parece que se tratase de una obra artística.
En el impresionante hall de entrada de la zona museística habrá una tienda y en su pared frontal 50 pantallas de leds donde se proyectarán audiovisuales. En uno de los laterales hay una cascada de agua y en el centro cuelga del techo una bola de cuarzo de más de 300 kilos. En otra de las salas de entrada está previsto instalar una lámpara diseñada por el escultor Amador Braojos, un artista que mezcla el bronce, la plata y los metales semipreciosos.
En el exterior se ha empezado a ajardinar los accesos y a decorar la entrada principal con piedras de basalto, procedentes de Castellfollit de la Roca. Un surtido luminoso de agua dará la bienvenida.