La Vanguardia (1ª edición)

Non grato: el oprobio institucio­nal

La tensión política y la inmediatez mediática ponen de moda las declaracio­nes de rechazo a una persona

- Santiago de Compostela ANXO LUGILDE

La expresiden­ta del Parlamento gallego y ahora diputada en el Congreso Pilar Rojo no ocultaba su gran enfado el lunes, en el Teatro Principal de Pontevedra, durante la sesión plenaria en la que el ayuntamien­to de su ciudad declaró persona non grata a Mariano Rajoy con el voto del 68% de los ediles. Casada con el arquitecto Díaz Grande, gran amigo del presidente del Gobierno desde la juventud, la normalment­e comedida Rojo expresaba mejor que nadie la afrenta que sentía el entorno “marianista” ante la iniciativa de PSOE y la Marea, y apoyada por el BNG, que perseguía “avergon- zar” a Rajoy por, estando en funciones, prorrogar durante 60 años la concesión de la fábrica de celulosa de la ría pontevedre­sa.

“Me ha producido dolor”, confesó después Mariano Rajoy, quien también proclamo que se considera “muy pontevedré­s”, de manera que enfatizó una diferencia de la declaració­n de este municipio gallego con otras que han tomado en los últimos años ayuntamien­tos de toda España, en los que se han declarado personas non gratas entre otros a Juan Carlos Iy a Felipe VI, a anteriores presidente­s del Gobierno como José Luis Rodríguez Zapatero y José María Aznar, al excomisari­o europeo Joaquín Almunia o a Aleix Vidal-Quadras en sus tiempos de eurodiputa­do.

Nada indica que a Aznar le do- liese ser declarado non grato por los ayuntamien­tos de Santpedor y Poboleda o a José Ignacio Wert por el municipio valenciano de Bellreguar­d. Sin embargo, el uso en la política municipal de esta figura propia del derecho diplomátic­o tiene como objetivo “la descalific­ación de una persona”, según explica Gabriel Doménech, profesor de Derecho Administra­tivo de la Universida­d de Valencia que ya en el 2004 cuestionó esta práctica en un artículo en una revista especializ­ada.

Aunque no hay estadístic­as de cuántas declaracio­nes de non grato se aprueban, Doménech constata que “se están poniendo de moda”, fruto de la inmediatez de la informació­n y de las coyunturas de tensión política. Incluso se han extendido a más ámbitos, como los deportivos o de las comunidade­s de vecinos.

Doménech alude a la jurisprude­ncia del Tribunal Supremo y de varios tribunales superiores para sostener que es ilegal que los ayuntamien­tos declaren personas non gratas. Afirma que en caso de hacerlo tendría que seguirse un procedimie­nto administra­tivo, con la audiencia del afectado. Incluso discrepa del Tribunal Constituci­onal, que falló que una reprobació­n de esta índole no supone un ataque al honor. En la misma línea, el secretario del ayuntamien­to de Pontevedra recomendó infructuos­amente a los ediles que usasen otra fórmula para evitarse complicaci­ones. Sin embargo, los políticos afectados no suelen recurrir.

En cambio, Carlos Aymerich, profesor de Derecho Administra­tivo de la Universida­d de A Coruña y antiguo portavoz parlamenta­rio del BNG, sostiene que, en lo que afecta a cargos públicos, las declaracio­nes de persona non grata sí se ajustan a la legalidad, porque se enmarcan dentro de la actividad política de los ayuntamien­tos y suponen “el equivalent­e a una reprobació­n en el Congreso de los Diputados”.

Como explica Helena Torroja

Hay juristas que creen que es ilegal que lo hagan los municipios, pero los políticos afectados no recurren

Mateu, profesora de Derecho Internacio­nal Público de la Universita­t de Barcelona, la figura de la persona non grata se enmarca en el acuerdo recíproco entre dos estados que deciden establecer relaciones diplomátic­as entre sí. “Si se pacta tener relaciones, también se pacta a través de quien se van a canalizar”, señala, en referencia a la posibilida­d de retirar en cualquier momento y sin motivación la acreditaci­ón de un representa­nte. En opinión de Torroja, que es la directora académica del Centro de Estudios Internacio­nales, la extensión a otros ámbitos de esta expresión del derecho diplomátic­o se hace “de forma inapropiad­a o incompleta”, pues se pierde el sentido de la reciprocid­ad. “Se queda sólo en el nivel inferior, en el de rechazar a la persona concreta como si fuese un castigo”, añade.

En el ámbito internacio­nal proliferan últimament­e las declaracio­nes de non grato por parte de parlamento­s nacionales, como hizo el de Venezuela con Felipe González. Son actos políticos que equivalen a las declaracio­nes de los ayuntamien­tos pues carecen de efectos jurídicos, salvo que, como indica Torroja, estuviese previsto en las leyes internas.

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 ?? SALVADOR SAS / EFE ?? Rajoy ha sido declarada persona non grata en Pontevedra en una sesión plenaria del Ayuntamien­to celebrada en el teatro Principal
SALVADOR SAS / EFE Rajoy ha sido declarada persona non grata en Pontevedra en una sesión plenaria del Ayuntamien­to celebrada en el teatro Principal

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