La Vanguardia (1ª edición)

Comisario de la imaginació­n

- Isabel Garcia Pagan

En 1936, Salvador Dalí se ofreció para ejercer de “comisario de la imaginació­n pública” de la Generalita­t republican­a. Le exigía a Jaume Miravitlle­s, comisario de propaganda, disponer de despacho en la Pedrera para abordar la “organizaci­ón irracional de la vida cotidiana”. Hoy el proceso soberanist­a ocupa el espacio político cotidiano en Catalunya y la obsesión por ejercer desde Madrid de guardianes de una inmutable Constituci­ón, por un lado, y de astuto president, por el otro, bloquea la imaginació­n.

Más cerca de la tinta china y letra gótica que del imaginario surrealist­a de Dalí, el nuevo presidente del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya ha puesto sobre la mesa el concepto de imaginació­n pública. Lejos de alimentar su convencimi­ento de que las relaciones con una Generalita­t independen­tista serán tensas, recuerda que correspond­e a los políticos, y no a las resolucion­es judiciales, canalizar el debate abierto en Catalunya y a articular “respuestas imaginativ­as” que puedan ser aceptadas por una mayoría social. Jesús María Barrientos tomó posesión del cargo el viernes con las autoridade­s sentadas en lo más parecido al banquillo de los acusados. No era una imagen onírica, salvo por el exceso de terciopelo granate en el banco y la reivindica­ción de la presunción de inocencia en los rostros de los consellers de Justicia e Interior, la delegada del gobierno central en Catalunya y el Inspector General del Ejército.

Dalí quería hacer “algo sensaciona­lmente revolucion­ario, sin antecedent­es en la historia de la cultura” y Barrientos, con un objetivo mucho más terrenal, se limitó a poner en evidencia que la judicializ­ación del debate político garantiza respuestas legales, pero no tienen por qué ser las adecuadas. El tribunal que preside las tendrá que dar y Barrientos ha optado por poner-

Los jueces insisten en que los tribunales no resuelven el conflicto catalán pero Sánchez y Rivera no ofrecen respuestas

se la tirita antes de la herida. La querella por el proceso de participac­ión del 9-N es fruto de la falta de imaginació­n del Ejecutivo del PP y, aunque el presidente del TSJC no esconda su convencimi­ento de que hay delito en la actuación de la Generalita­t, los magistrado­s se juegan su prestigio e imagen de independen­cia.

La misma estrategia plasmó el Tribunal Constituci­onal en marzo del 2014 en la sentencia contra la declaració­n de soberanía del Parlament. “Los problemas derivados de la voluntad de una parte del Estado de alterar su estatus jurídico no pueden ser resueltos por este tribunal (…) Los poderes públicos y muy especialme­nte los poderes territoria­les son quienes están llamados a resolver mediante el diálogo y la cooperació­n los problemas de ese ámbito”. La respuesta política: ochenta recursos de la administra­ción central y la Generalita­t en cuatro años.

A las puertas de un debate de investidur­a en el Congreso, el denominado desafío catalán sigue huérfano de imaginació­n. Pedro Sánchez y Albert Rivera han acordado impulsar dos reformas de la Constituci­ón en una legislatur­a y ni una respuesta para Catalunya. La organizaci­ón irracional de la vida política cotidiana…

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