Comisario de la imaginación
En 1936, Salvador Dalí se ofreció para ejercer de “comisario de la imaginación pública” de la Generalitat republicana. Le exigía a Jaume Miravitlles, comisario de propaganda, disponer de despacho en la Pedrera para abordar la “organización irracional de la vida cotidiana”. Hoy el proceso soberanista ocupa el espacio político cotidiano en Catalunya y la obsesión por ejercer desde Madrid de guardianes de una inmutable Constitución, por un lado, y de astuto president, por el otro, bloquea la imaginación.
Más cerca de la tinta china y letra gótica que del imaginario surrealista de Dalí, el nuevo presidente del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya ha puesto sobre la mesa el concepto de imaginación pública. Lejos de alimentar su convencimiento de que las relaciones con una Generalitat independentista serán tensas, recuerda que corresponde a los políticos, y no a las resoluciones judiciales, canalizar el debate abierto en Catalunya y a articular “respuestas imaginativas” que puedan ser aceptadas por una mayoría social. Jesús María Barrientos tomó posesión del cargo el viernes con las autoridades sentadas en lo más parecido al banquillo de los acusados. No era una imagen onírica, salvo por el exceso de terciopelo granate en el banco y la reivindicación de la presunción de inocencia en los rostros de los consellers de Justicia e Interior, la delegada del gobierno central en Catalunya y el Inspector General del Ejército.
Dalí quería hacer “algo sensacionalmente revolucionario, sin antecedentes en la historia de la cultura” y Barrientos, con un objetivo mucho más terrenal, se limitó a poner en evidencia que la judicialización del debate político garantiza respuestas legales, pero no tienen por qué ser las adecuadas. El tribunal que preside las tendrá que dar y Barrientos ha optado por poner-
Los jueces insisten en que los tribunales no resuelven el conflicto catalán pero Sánchez y Rivera no ofrecen respuestas
se la tirita antes de la herida. La querella por el proceso de participación del 9-N es fruto de la falta de imaginación del Ejecutivo del PP y, aunque el presidente del TSJC no esconda su convencimiento de que hay delito en la actuación de la Generalitat, los magistrados se juegan su prestigio e imagen de independencia.
La misma estrategia plasmó el Tribunal Constitucional en marzo del 2014 en la sentencia contra la declaración de soberanía del Parlament. “Los problemas derivados de la voluntad de una parte del Estado de alterar su estatus jurídico no pueden ser resueltos por este tribunal (…) Los poderes públicos y muy especialmente los poderes territoriales son quienes están llamados a resolver mediante el diálogo y la cooperación los problemas de ese ámbito”. La respuesta política: ochenta recursos de la administración central y la Generalitat en cuatro años.
A las puertas de un debate de investidura en el Congreso, el denominado desafío catalán sigue huérfano de imaginación. Pedro Sánchez y Albert Rivera han acordado impulsar dos reformas de la Constitución en una legislatura y ni una respuesta para Catalunya. La organización irracional de la vida política cotidiana…