365 formas de pedir trabajo
En un mercado laboral tan castigado como el nuestro es difícil hablar de un colectivo que disfrute de una empleabilidad envidiable. No lo tienen fácil quienes han visto truncada una larga trayectoria profesional, ni tampoco un número inasumible de jóvenes que prácticamente no saben qué es tener una nómina.
Muchos veinteañeros y no pocos que ya han superado los 30 ven como pasa el tiempo y no llega una oferta de trabajo decente –tal y como lo entiende la propia OIT–. Con 23 años, Óscar Arenas dejó de trabajar como creativo publicitario para una multinacional. De nada sirvieron esos sacrificios que se da por supuesto que han de hacer los becarios ni aceptar después un sueldo de miseria como júnior. Entre el paro y un máster, decidió volcar su frustración, pero también el deseo de demostrar su valía, en un blog donde escribió durante un año sucesivas versiones de su carta de presentación. Cada día. De esas cartas donde un candidato, más que su formación académica, debe exponer las motivaciones que le convierten el más adecuado para el puesto. Ahora la pequeña editorial leridana Salòria lo recoge en papel en 365 formas de pedir trabajo. Si tienen oportunidad, échenle un vistazo. Se divertirán con versiones de solicitud de trabajo a lo Yoda, Kafka, el Fary o al estilo culebrón. Aunque, de rondón, les puede asaltar la amargura de comprobar qué complicado resulta para muchos jóvenes empezar a construir un futuro.
Muchos jóvenes ven cómo pasa el tiempo y no llega una sola oferta de empleo decente