Una Irlanda cada vez más secular cambia de gobierno
Gran presión social para una liberalización del aborto
En Irlanda la Iglesia ya no es lo que era, y el declive de su peso político ha quedado de manifiesto en la campaña electoral. El número de votantes que se declaran agnósticos o ateos se ha doblado en la última década, mientras que la cantidad de sacerdotes en activo ha bajado un setenta por ciento, y la asistencia a misa un treinta por ciento. Con la homosexualidad descriminalizada desde 1993 y los matrimonios entre personas del mismo sexo legalizados el año pasado, la liberalización de las leyes del aborto parece cada vez más inevitable.
Ello no quiere decir que la influencia del Vaticano haya desaparecido por completo en un país donde la foto del papa Francisco adorna muchas salas de estar, ni mucho menos. El noventa por ciento de las escuelas primarias y la mitad de las secundarias siguen estando bajo su control, y con ello el expediente académico y la educación que reciben la inmensa mayoría de irlandeses antes de acudir a la universidad o colegios profesionales. Pero incluso ese papel se encuentra en entredicho.
Particularmente conflictivo es el hecho de que, a la hora de aceptar o rechazar las solicitudes de matrícula, las autoridades eclesiásticas den prioridad a los niños bautizados. Los que no lo están gozan de escasas alternativas, excepto ir a escuelas públicas, que son pocas y para las que siempre hay enormes listas de espera.
Incluso cuando un alumno que no ha recibido el agua bendita en la pila bautismal consigue ingresar en las escuelas cristianas, su vida no es fácil. La perspectiva espiritual domina casi todas las asignaturas, ya sea la geografía, la historia, las ciencias o el arte, y un diez por ciento del tiempo se dedi- ca al estudio de la religión. Quienes se declaran agnósticos o ateos son enviados esos ratos a las filas de detrás de la clase a leer un libro o pensar en las musarañas.
La prohibición constitucional al aborto en prácticamente la totalidad de los escenarios es conocida en Irlanda como la “octava enmienda”, y hasta ahora ningún gobierno se ha atrevido a desafiar a la Iglesia en lo que constituye su último reducto desde la legalización el año pasado de los matrimonios del mismo sexo, algo ya en sí mismo revolucionario. Pero es probable que la nueva administración que salga de las elecciones celebradas ayer tenga que coger el toro por los cuernos en vista de las crecientes presiones sociales. Todas las encuestas sugieren claras mayorías a favor de una liberalización, sobre todo en casos de violación, incesto y anormalidades en el feto.
El último censo realizado en la República de Irlanda muestra que casi 300.000 personas (un 7% de una población que supera los cuatro millones y medio) se declaran ateos, agnósticos o no religiosos, lo cual significa un incremento del 50% respecto al registro anterior. Y todo apunta a que la cifra será aún mayor cuando se efectúe la
HISTORIA Iglesia y Estado van de la mano en Irlanda desde la independencia del país en 1922
EDUCACIÓN Un 90% de las escuelas primarias y la mitad de las secundarias son todavía de la Iglesia
próxima evaluación en el mes de abril. La homogeneidad católica del país está desapareciendo, y hay un creciente número de musulmanes, budistas, ortodoxos, pentecostalistas e hindúes, según las estadísticas.
La Iglesia y el Estado van de la mano en Irlanda desde la partición del país y la posterior independencia en 1922, que desató una guerra civil entre los seguidores de Michael Collins (defensor de los acuerdos con Londres) y los de Eamon de Valera (opuesto a ellos). Pero aunque la influencia eclesiástica sigue siendo considerable en comparación con otros países, sobre todo en esferas como la educación y los derechos reproductivos, los cambios demográficos y una sucesión de escándalos de abusos sexuales de menores han dañado su reputación y redu-
cido su peso. La asistencia a misa, por citar un ejemplo, decayó un veinte por ciento entre el 2008 y el 2015, y se proyecta que bajará otro treinta por ciento en los próximos quince años.
La Iglesia únicamente consigue reclutar anualmente un sacerdote de menos de 40 años, y la mayoría son polacos o de la Europa del Este. Los irlandeses piden un país más secular.