La reforma constitucional de Hollande languidece
La reforma constitucional que François Hollande anunció tras los atentados de noviembre “para cimentar la unión nacional” avanza a trompicones. La Asamblea Nacional la ha aprobado por 317 votos a favor contra 199 y 51 abstenciones, tras un debate vergonzante el lunes, con la cámara vacía, y una votación, el martes, en la que el artículo sobre retirada de la nacionalidad a binacionales se aprobó por sólo 14 votos de diferencia y con enorme oposición tanto en las filas socialistas como en el campo conservador. La aprobación culminada ayer es sólo el principio de una carrera de obstáculos. La reforma, que también quiere introducir el estado de urgencia en la Constitución, debe ser aprobada en idénticos términos tanto en el Senado, donde se prepara una batería de enmiendas, como en la Asamblea. Luego, con todo eso consensuado, debe recibir el voto de una mayoría de tres quintos en el Congreso, formado por ambas cámaras. Con suerte, eso ocurrirá en primavera, pero será muy difícil que se logre esa mayoría necesaria. En su defecto, el asunto “pondría en dificultades al Gobierno y dejaría en minoría al presidente”, reconoce el primer ministro, Manuel Valls. El Gobierno ya se ha resquebrajado: ahí está la reciente dimisión de la titular de Justicia, Christiane Taubira, y hasta las declaraciones en contra del titular de Economía, Emmanuel Macron. Sin otro atentado de por medio, la efectista empresa galvanizadora de Hollande podría fracasar.