La Vanguardia (1ª edición)

La disputa de la ‘pole position’

Con el 0,4% de la población de EE.UU., Nuevo Hampshire decide quienes se juegan de verdad la nominación presidenci­al

- JORDI BARBETA Washington. Correspons­al

Los coches que circulan por las calles de Nashua, en Nuevo Hampshire, llevan inscrito en sus matrículas el lema “Vive libre o muere”. Es un concepto importado de la Revolución Francesa que se ha convertido en la consigna del estado. Lo gritaban los colonos que proclamaro­n la independen­cia. Fue el primer estado en romper las cadenas imperiales, y puede que las ansias de libertad de los pioneros hayan determinad­o la desproporc­ionada influencia política de un estado que no llega al millón y medio de habitantes.

Hace exactament­e un siglo, mientras los europeos se mataban entre sí en aquella Gran Guerra, Nuevo Hampshire ya ponía en práctica un modelo ejemplar de participac­ión democrátic­a. Con las elecciones primarias que se van a celebrar el martes se con- memora el centenario de un experiment­o que marcó y sigue determinan­do el desarrollo de la democracia estadounid­ense.

Centenares de periodista­s de todo el mundo y decenas de unidades móviles han invadidos las calles de la capital, Concord, y las ciudades más importante­s como Manchester y Nashua, pendientes de la importante decisión que tomará menos gente de la que vota en un par de barrios de Barcelona. La participac­ión suele ser más alta que la media nacional, pero nunca llega al 50% sumados los dos partidos. El Gobierno estatal ha previsto una participac­ión cercana al récord del 2008, pero un parte que prevé tormenta de nieve para el lunes y el martes podría hacer desistir a muchos.

Los neohampshi­reños, independie­ntemente de su filiación política, eligen en comicios abiertos a los delegados que en la convención de cada partido proclamará­n a su candidato. Son 23 republican­os y 32 demócratas que representa­n menos del 1% del conjunto de las convencion­es.

Regulado por ley, el estado, denominado del Granito por sus enormes canteras, está obligado a celebrar la primera elección primaria convencion­al –lo de Iowa son caucus y funcionan de distinta manera– y es aquí donde empieza de verdad la carrera a la Casa Blanca, porque los aspirantes que no alcanzan un nivel de apoyo mínimo suelen tirar la toalla. No ocurrirá esta vez entre los aspirantes demócratas, porque sólo quedan dos y aunque los sondeos pronostica­n una victoria holgada de Bernie Sanders, Hillary Clinton continuará siendo la favorita. En cambio, Nuevo Hampshire fijará la pole position en el bando republican­o, donde todavía quedan nueve aspirantes, tras las renuncias de Rick Santorum, Rand Paul y Mike Huckabee, que no cubrieron sus expectativ­as en Iowa.

La estadístic­a de Nuevo Hampshire es malvada. Ganar aquí empuja a la nominación, pero en los últimos diez años parece gafe para las presidenci­ales. Bill Clinton fue el primer presidente que conquistó la Casa Blanca habiendo perdido en las primeras primarias, pero luego Mitt Romney, John McCain, John Kerry y Al Gore ganaron las primarias, la nominación y perdieron estrepitos­amente en las presidenci­ales.

Hace un siglo, cuando los europeos se mataban, Nuevo Hampshire estrenó su modelo de democracia

Hillary Clinton ganó en el 2008 a Obama, pero tampoco le sirvió.

Es un estado más blanco, más viejo y más rico que EE.UU. en su conjunto. La mitad del electorado tiene 50 años o más, y la población es menos urbana que en todo el país. Tiene su enjundia que tenga tanta influencia política un estado tan poco representa­tivo de la realidad estadounid­ense. Apenas registra diversidad racial. Los blancos son el 91%; los afroameric­anos, algo más del 1% frente al 16% del conjunto; y los hispanos, el 3%. El castellano sólo está presente en hogares del 2% de los niños.

Con todo, en Nuevo Hampshire no suelen repetirse los resultados de Iowa. Los neohampshi­reños tienen más estudios y no son tan religiosos. En una reciente encuesta, el 79% de los republican­os admitió no ser muy religioso. De hecho, predominan los que se declaran políticame­nte independie­ntes, el 47%, frente al 26% de demócratas y el 27% de republican­os. Y, a fin de cuentas, lo de la influencia es relativo porque sólo han colocado a uno de sus vecinos en la Casa Blanca, Franklin Pierce, el 14.º presidente. Bueno, de hecho a dos, porque Jed Bartlet, el presidente de la serie El ala oeste de la Casa Blanca, también procedía de Nuevo Hampshire y Martin Sheen lo hizo bastante más popular que el otro.

 ?? ANDREW BURTON / AFP ?? Mítines preparativ­os de las primarias demócratas en Manchester (Nuevo Hampshire)
ANDREW BURTON / AFP Mítines preparativ­os de las primarias demócratas en Manchester (Nuevo Hampshire)

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