CDC anuncia su disolución para enterrar el pujolismo
Mas quiere dar paso a un nuevo partido que sea una amplia confluencia de centro soberanista La dirección se propone articular un espacio de “gente de orden” hacia la independencia La idea es que en unos cuatro meses el proyecto esté en marcha por si vue
La nueva formación pretende ocupar el centro independentista El cambio se hará en cuatro meses y Mas tendrá un “papel relevante”
El nuevo partido aglutinará a liberales, democristianos y socialdemócratas La voluntad del president es mantener un “papel relevante” en la nueva formación
No habrá refundación y sí disolución. Tanto está acelerando los tiempos políticos el proceso de transición nacional que, al final, CDC no tendrá necesidad de reinventarse, sino que directamente se disolverá en una amplia confluencia de centro soberanista que le permita alcanzar la independencia y, después, gestionarla. Ésta es, cuando menos, la propuesta que el núcleo duro de la dirección del partido expuso ayer en una reunión del comité ejecutivo, en línea con la idea avanzada el domingo por Artur Mas de dar paso a una nueva formación política que deje definitivamente atrás los cuarenta años de la azarosa historia de CDC.
Y el comité ejecutivo del partido, que acogió de buen grado la iniciativa, lo que hizo en la práctica fue poner marcha el proyecto. Un proyecto que pasa por “la creación de un nuevo espacio político de centro, de amplio espectro, de gente moderada y de orden, para continuar ensanchando el soberanismo”, según explicó el número dos de CDC, Josep Rull, que habló explícitamente de “la construcción de un nuevo instrumento que permita la confluencia de diversos entornos”, entre ellos el liberal, el socialdemócrata y el democristiano. Es decir, el mismo esquema en la práctica que utilizó en su momento Jordi Pujol cuando el 1974 fundó el partido en Montserrat, pero adaptado al nuevo de objetivo de “alcanzar la independencia y gestionarla”.
El punto de partida del nuevo espacio político sería la fórmula de Democràcia i Llibertat con que CDC concurre a las generales españolas del 20-D en coalición con Democràtes de Catalunya, los escindidos de UDC, y Reagrupament, la fuerza de Joan Carretero que en su día también se separó de ERC y que en la actualidad ya está asociada al partido de Artur Mas. La coalición, de todos modos, sería sólo el elemento inspirador de la confluencia, pero de momento nada más. El nombre de la nueva formación no será en ningún caso el mismo y sus integrantes tampoco tienen necesariamente por qué serlo: de hecho, Demòcrates de Catalunya, por ejemplo, se ha apresurado a desmarcarse de la iniciativa en un comunicado en el que reivindica que la creación de un nuevo Estado ha de realizarse desde la soberanía de cada uno de los partidos.
Los primeros pasos hacia la nueva formación serán “hablar con partidos, entidades y ciudadanos” para ver cómo se produce la confluencia, informó el coordinador
general de CDC, que espera que el proyecto esté listo en unos cuatro meses –el primer tramo del 2016–, preparado, en cualquier caso, para presentarse en marzo si no hay acuerdo sobre la investidura del presidente de la Generalitat y es necesario repetir las elecciones. “Esto es lo que tenemos que acabar de valorar, porque la voluntad no es crear un frente para unas elecciones, sino un espacio para una nueva época”, precisó Josep Rull. Y una vez constituido el nuevo espacio de centro soberanista, los partidos que lo deseen –y los militantes que lo deseen– se irán incorporando a él, empezando por el de Artur Mas, de manera que el previsto en su día como el congreso de la refundación acabará siendo el congreso de la disolución. Una disolución que no implicará, no obstante, la completa desaparición de la formación, sino su reducción a la mínima expresión, porque la realidad será que CDC, y no el nuevo partido, seguirá siendo responsable, por ejemplo, de las deudas y cargas contraídas.
La voluntad es que la nueva fuerza política resultante sea diferente en todos los aspectos, también en el de las dinámicas organizativas internas, aunque Artur Mas quiere seguir teniendo en ella un “papel relevante”. ¿Cuál? Esto es lo que la dirección de CDC deberá ir acotando a medida que avance la definición del proyecto. ¿Y qué nombre tendrá el partido? Ésta es otra incógnita, aunque en algunos círculos ya se barajan algunos: el de Partit Nacionalista de Catalunya parece superado por los acontecimientos en un horizonte en el que el objetivo es la independencia y el de Partit Demòcrata de Catalunya, al estilo de la terminología norteamericana, podría disfrutar de bastantes más posibilidades.
En paralelo a la preparación de la disolución, la dirección de CDC sigue trabajando intensamente en busca de un acuerdo con la CUP sobre la investidura del presidente de la Generalitat. Y, en este sentido, el comité ejecutivo se mostró “compactado” a la hora de dar confianza a los negociadores, teniendo en cuenta que “si no es buen acuerdo no habrá acuerdo”, subrayó Josep Rull, que recalcó que para alcanzar el objetivo de la independencia es preciso un pacto no basado en el extremismo, sino en una moderación que garantice que toda la base central del proyecto no se descuelgue. “Un acuerdo que haga posible el proceso en términos sólidos y solventes”, remachó en alusión a que CDC no aceptará un pacto a cualquier precio, ante las críticas recibidas desde diversos sectores, incluso internos, por lo que se interpreta como cesión a los planteamientos de la CUP.
El mismo Artur Mas, de hecho, trasladó un mensaje muy claro en este contexto al comité ejecutivo de CDC en una doble dirección. Por un lado, y para tranquilizar que no habrá un pacto “a cualquier precio”, lanzó un aviso en la línea de que o la CUP le inviste o se tendrán que repetir las elecciones. Y, por otro, emplazó a los dirigentes del partido a cuidar las declaraciones públicas y unificar el mensaje de manera que no abran la puerta –como le ocurrió la pasada semana a Francesc Homs– a una eventual “marcha atrás, que no haremos”, en el proceso soberanista.