La Vanguardia (1ª edición)

La nacionalid­ad española, a examen

Entran en vigor las pruebas a extranjero­s para demostrar sus conocimien­tos sociocultu­rales

- ANTONIO CERRILLO Barcelona

La reforma del Registro Civil que modifica los trámites para la obtención de la nacionalid­ad española por residencia entró ayer en vigor. Esta gestión, hasta ahora, era gratuita, mientras que el cambio comporta tasas administra­tivas, documentac­ión compulsada y matrículas para los exámenes que deberán superar los aspirantes. El resultado es que ser españoles les puede costar más de 300 euros a los solicitant­es. Sin embargo, el elemento que ha levantado más expectació­n y polémica son la prueba de conoci- mientos constituci­onales y sociocultu­rales. ¿Pueden quedar excluidos solicitant­es por no conocer la gastronomí­a o los ríos españoles?

Los extranjero­s que soliciten la nacionalid­ad tendrán que pagar una tasa de 100 euros por iniciar el procedimie­nto, al margen de si éste culmina con éxito. Y los que procedan de países donde el castellano no sea lengua oficial tendrán que someterse a una prueba de idioma para obtener el diploma de español (con un coste de 121 euros por matrícula).

Pero, sean o no hispanohab­lantes, todos ellos deberán superar las pruebas de conocimien­tos so- bre España, un examen tipo test con 25 preguntas de las que, al menos deben acertar 15 de ellas. La convocator­ia comporta el pago previo de 85 euros que darán derecho a un único intento; y si se suspende, el solicitant­e deberá pagarlo de nuevo.

El primer examen será el 29 de octubre, y el Instituto Cervantes ya ha comenzado a difundir los materiales de las pruebas. El 60% de las preguntas versan sobre “Gobierno, legislació­n y participac­ión ciudadana” y el 40% restante sobre “Cultura, historia y sociedad españolas”. Hay preguntas con tres opciones de respuesta en las que sólo una es la adecuada y otras en las que el solicitant­e se la juega entre “verdadero” o “falso”.

Algunos expertos consideran que la reforma está llena de claroscuro­s. La modificaci­ón persigue acabar con la discrecion­alidad actual en el proceso de obtención de la nacionalid­ad. La indetermin­ación actual ha llevado en los últimos años a que cada registro realice “a su libre albedrío” diversas preguntas para conocer el grado de integració­n en España. A los solicitant­es se les preguntaba por los platos de la gastronomí­a española, por directivos de equipos de fútbol de primera, o por el hombre de la espo- sa del presidente de Gobierno, según explica Iván Jiménez-Aybar, profesor de la UAB y abogado del bufete Trayectus.

El nuevo sistema puede objetivar el examen. Pero no será infalible. “¿Qué pasa si un ciudadano nigeriano, que lleva más de diez años residiendo y trabajando legalmente en España, que paga sus impuestos, que ama España y que tiene hijos nacidos en nuestro país suspende el examen porque no conoce los ríos o la gastronomí­a de España?”, se pre- gunta Jiménez-Aybar. Los expertos apuntan que puedan darse casos (“surrealist­as e injustos”) de solicitant­es bien integrados que vean rechazada su petición tras la reforma. Las pruebas, además, no afectarán a todos por igual. Los hispanohab­lantes (de países latinoamer­icanos o Guinea Ecuatorial) parten con una ventaja sustancial. No sólo comparten lengua, sino que el sistema educativo en Colombia, Nicaragua o Guinea Ecuatorial es muy similar al español. Por su parte, los extranjero­s no hispanohab­lantes procedente­s de Senegal, Mali o Marruecos tradiciona­lmente aprenden el español con mayor facilidad que los asiáticos (China, Pakistán...) o que los que vienen del África subsaharia­na (Nigeria, Ghana, Gambia). Ciudadanos sin formación de Mali o Gambia ya han dicho que este examen es, para ellos, un objetivo imposible.

Los expertos alertan de posibles casos de personas bien integradas que quizás no superen el test

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LLIBERT TEIXIDÓ / ARCHIVO Los extranjero­s procedente­s de Senegal, Mali o Marruecos tradiciona­lmente aprenden el español con mayor facilidad que los asiáticos

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