La familia de Andrea entierra a la pequeña en su pueblo natal
Sus padres se despiden de ella en una ceremonia íntima en Noia
El cuerpo de Andrea Lago Ordóñez descansa ya en el cementerio parroquial de Santa Cristina de Barro, en Noia (A Coruña), su pueblo natal. La familia se despidió de la niña ayer con una ceremonia íntima, a la que sólo acudió el círculo más cercano a los padres de la menor. “Tenía una fuerza extraordinaria”, decían los progenitores, Estela Ordóñez y Antonio Lago, al salir del recinto al mediodía, según recoge Efe. Ambos llevaban una rosa blanca en la mano.
Andrea falleció el viernes por la mañana en el hospital clínico de Santiago, cuatro días después de que se le retirase la alimentación. Después de una batalla jurídica y mediática, los médicos aceptaron la petición de los padres de que se dejase de mantener viva a la niña de forma artificial. “No queremos prolongar su sufrimiento, queremos que se vaya en paz”, repetían Estela y Antonio.
La pequeña padecía una enfermedad neurodegenerativa rara e irreversible, el síndrome de Aicardi-Goutières. Fue diagnosticada antes de cumplir su primer año por el neurólogo del hospital de Santiago Mi- guel Blanco, médico que precisamente murió el viernes, el mismo día que Andrea, de forma inesperada a los 41 años de edad. Estela Ordóñez quiso recordar ayer a este profesional sanitario, al que dedicó unas palabras tras el entierro de la menor.
La sepultura de Andrea pone fin a la difícil lucha que emprendieron sus padres a partir del 30 de septiembre. Entonces la pareja gallega hizo público el caso para denunciar la dis- crepancia que mantenían con el servicio de pediatría del hospital compostelano. Andrea ingresó en el centro el 9 de junio y a partir de entonces su estado no hizo más que empeorar. El último mes la niña se mantenía en vida de forma artificial, los médicos le administraban la alimentación directamente en el estó- mago a través de un tubo. “Para nosotros Andrea, tal y como la conocíamos, comenzó a írsenos cuando ingresamos de urgencia el 9 de junio”, señalaron entonces los padres. La familia pedía una muerte digna para su hija, que la dejasen de alimentar y la sedasen, amparándose en una ley autonómica que entró en vigor en junio. Tenían el visto bueno del comité de bioética de la comunidad de Galicia, pero los médicos no atendían su demanda. Finalmente, y tras acudir al juez, el hospital accedió.
El caso de Andrea ha vuelto a poner sobre la mesa el vacío legal que existe en torno a la muerte digna en España, donde no hay una ley estatal que la regule. De momento, el ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, ha descartado iniciar los pasos para ello. Para el ministro, hablar de una futura ley de muerte digna ahora es “irresponsable y oportunista”, afirmó ayer antes de participar en un acto en el Colegio de Médicos de Santa Cruz de Tenerife. “Algo así requiere serenidad, comprensión y una reflexión pausada”, insistió, y recordó que la legislación actual prohíbe el encarnizamiento terapéutico.
El ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, descarta iniciar un debate público sobre la regulación de la muerte digna