Nomenclátor en revisión
Los cambios propuestos afectan a 15 calles y plazas
Acabar por completo con la presencia de la dinastía borbónica en el nomenclátor de Barcelona. Esa es la iniciativa apuntada el pasado lunes por el gobierno municipal de Ada Colau al comprarle la idea al republicano Alfred Bosch, que cuenta con el apoyo entusiasta de los concejales de la CUP. También con el más discreto, pero igualmente decidido, aval de los ediles convergentes liderados por el exalcalde Xavier Trias, que al menos en este punto se han contagiado de la fiebre revisionista que se ha apoderado desde hace tres meses del Consistorio barcelonés y de la que parecían vacunados cuando gobernaban la ciudad.
La primera lista presentada por ERC para comenzar el proceso a la monarquía –o, mejor dicho, a los Borbones, porque el resto de casas reales se han salvado por ahora de la criba republicana de Esquerra y BComú– incluye una quincena de calles y plazas, así como un muelle, tres palacios y un salón del Ayuntamiento (el de la Reina Regente), para los que se plantea iniciar los trámites a fin de forzar, a medio plazo, un cambio de denominación.
Uno de los argumentos utilizados es el de que los actuales nombres son una imposición del franquismo. En la mayoría de los casos así es. De hecho, muchas calles y plazas de Barcelona cambiaron sus placas como consecuencia de una decisión de las autoridades franquistas fechada el 7 de marzo de 1939, cuando todavía no habían pasado ni cuarenta días desde la entrada de las tropas fascistas en la ciudad. Aquel día se borró todo rastro republicano del callejero de Barcelona, del mismo modo que ocho años antes las autoridades republicanas hicieron tabla rasa del pasado. Pero también es verdad que algunos de los nombres que ahora vuelven a estar en revisión y que parecen condenados a desapa- recer del callejero de la capital catalana ya figuraban en el nomenclátor, en la misma ubicación geográfica que hoy, a mediados del siglo XIX, momento a partir del cual resulta más fácil encontrar la documentación que permite reseguir unos cambios ligados a los avatares históricos.
En la lista de ERC que el gobierno de Ada Colau, CiU y la CUP han aceptado como punto de partida de la enésima relectura del nomenclátor se advierten algunas ausencias. Los republicanos, que no cuestionan a ningún rey catalán, ni a los Austrias, que mantienen presencia en la guía de las calles de Barcelona, no han incluido las dos plazas más monárquicas de toda la ciudad.
La no presencia de la plaza del Rei en este borrador de lista negra entra dentro de la lógica si se acepta que este histórico enclave del barrio Gòtic está situado delante del palacio real de los condes de Barcelona. En cambio sí parecen haberse olvidado de otra plaza con historia y de nombre muy ligado a la realeza. Es la plaza Reial. Según el Diccionari nomenclàtor de les vies públiques de Barcelona, la ingente obra de Jesús Portavella que sirve como referencia absoluta para todo aquel que quiera conocer la historia de esta ciudad a través de los nombres de sus calles, esta ágora porticada fue construida en el lugar que ocupaba el antiguo convento de los capuchi-
TRADICIÓN . . . Muchas de las calles que serán revisadas ya tenían el nombre actual en el siglo XIX...
. . . RUPTURA ...aunque fue sustituido por la República y recuperado por el franquismo en 1939
nos, construido en 1718 y derribado en 1848. El autor aclara que la plaza Reial se llama así “porque Isabel II colocó la primera piedra del que había de ser monumento a Fernando el Católico”, un monumento que al final no sería erigido. El Reial actual fue Real (la normalización lingüística no llegaría por completo al callejero barcelonés hasta la última restauración democrática) la mayor parte de su tiempo, salvo en el período comprendido entre el 26 de agosto de 1931 y el 7 de marzo de 1939, cuando fue conocida como plaza Francisco Maciá. Nada que ver con la plaza dedicada actualmente en la Diagonal al que fuera presidente de la Generalitat, un lugar que en su historia ha conocido dos nombres republicanos (Alcalá Zamora y Germans Badia) y uno impuesto por el régimen franquista (Calvo Sotelo) y eliminado el 20 de diciembre de 1979.
Una de las características del nomenclátor barcelonés es la repetición de algunas denominaciones. A comienzos del siglo pasado este hecho era consecuencia sobre todo de la incorporación a Barcelona de los municipios vecinos, que duplicó algunos de los nombres ya existentes en la ciudad central. La mayoría de estas duplicaciones fueron corregidas, aunque todavía es posible encontrar, por ejemplo, una plaza y una avenida dedicadas a una misma reina. Ese honor le cabe a Maria Cristina de Habsburgo-Lorena, segunda esposa de Alfonso XII y madre de Alfonso XIII. Aquel 7 de marzo de 1939, de una sola tacada, le fueron restituidos los nombres de dos vías: la plaza, que antes fue de Alejandro Lerroux y del político republicano Luis Bello; y la avenida, que en épocas anteriores fue del presidente catalán de la Primera República Española, Pi i Margall, y de un continente, América.
El debate sobre el nomenclátor ha despertado esta pasada semana un especial interés en las comisiones de plenario del Ayuntamiento de Barcelona, las primeras que se convocan en este mandato del que ya han transcurrido casi cuatro meses. En dos de esas cuatro comisiones se discutió sobre los símbolos y sobre los nombres de las vías urbanas, y se hizo con una pasión que se echa de menos al abordar otras cuestiones de mayor importancia en las vidas de los barceloneses.
Nadie puede negar, no obstante, que este asunto también tiene interés ciudadano. Prueba de ello son las dificultades con las que han to- pado anteriores gobiernos municipales a la hora de llevar a la práctica los cambios de denominación de algunas calles. En muchas ocasiones son los propios vecinos de esas vías los que lideran la oposición al cambio argumentando los problemas administrativos y burocráticos que para ellos comporta el hecho de pasar de la noche al día a tener otra dirección postal sin haberse movido de su residencia. Este es un punto que sin duda habrá que tener en consideración los procesos participativos que el gobierno de Ada Colau piensa poner en marcha seguramente durante el 2016.
La lista presentada el pasado lunes podría no ser exhaustiva. Una revisión a fondo del callejero de Barcelona podría incorporar nuevos nombres a esta relación inicial centrada únicamente en reyes, reinas, príncipes y princesas de la dinastía borbónica. Anoten otro: los jardines de las Infantes, un parque interior construido junto al lugar donde estuvo el campo de Les Corts derribado cuando el FC Barcelona se mudó al Camp Nou. ¿De qué infantas se trata? El libro oficial del nomenclátor de la ciudad no deja lugar a la duda: no son otras que “las infantas de España”, así en genérico, aunque la elección del nombre no es gratuita. Según se explica en la citada obra de referencia (consultable por internet a través de la web www.bcn.cat/nomenclator), los terrenos donde se ubican estos jardines pertenecían a la casa Can Gasparó, cuyos orígenes se remontan a comienzos del siglo XIX. La
INTO CABLE El ágora porticada no ha sido incluida en la lista a pesar de sus referencias borbónicas
finca fue pasando de mano en mano hasta que el Ayuntamiento republicano la embargó en 1932 y la casa allí construida fue reconvertida en una escuela pública. Una vez más el 7 de marzo de 1939 se aprobó el cambio de denominación por parte de las autoridades franquistas. Un día antes había nacido en Roma la infanta Margarita de Borbón.
Del regicidio en el nomenclátor que se está tramando en el Ayunta-
LOS MÁS MODERNOS La plaza Joan Carles I fue bautizada así en 1981 y el paseo Joan de Borbó en 1993