Perder la tolerancia
Un estudio señala altos índices de rechazo y racismo entre las comunidades israelíes
El pasado miércoles toda la población judía israelí, más de seis millones de personas, paralizó su actividad durante 26 horas para conmemorar el Yom Kipur (día del Perdón), una jornada de reflexión que une a religiosos y laicos en la que el tráfico aéreo, marítimo y terrestre se detiene totalmente y los coches, incluso en las autopistas, son reemplazados por aquellos que en vez de ir a la sinagoga conmemoran el día en bicicleta.
Este año, en esta jornada de introspección destacó una preocupante investigación del Instituto de Justicia de Jerusalén y del rotativo hebreo Yediot Ahronot según la cual “los distintos grupos dentro de la sociedad israelí son cada vez menos tolerantes unos con otros”.
La fórmula más habitual para conseguir un acuerdo entre israelíes y palestinos es la de dos estados para dos pueblos. Sin embargo, algunos sociólogos señalan que la reciente investigación refleja la existencia de siete u ocho “estados” dentro del territorio israelí y palestino.
Derechistas que rechazan a izquierdistas y a árabes; ultraortodoxos y árabes que no aguantan a los gays y las lesbianas; izquierdistas que desprecian a los colonos; laicos y ortodoxos naciona- listas que no pueden ver a los haredim (ultraortodoxos) ni en pintura.
Los sociólogos y catedráticos Mina Tsemaj y Mano Geva señalan que no se trata de racismo, sino de una intolerancia recíproca que debería preocupar seriamente a todo ciudadano israelí, desde el primer ministro hasta el ministro de Educación, pasando por los líderes de cada una de las comunidades que componen el puzle social israelí.
Un 69,5% de los ciudadanos israelíes opinan que la sociedad israelí es racista (entre los judíos únicamente, el dato alcanza un 75%), y tan solo un cuarto de la población piensa que el país es tolerante.
Cuando los investigadores pidieron la evaluación de cada uno de los grupos sociales israelíes, llegaron a la conclusión de que los ultraortodoxos son los menos apreciados con un 32,7% de rechazo, y un 16,3% de simpatizantes hacia ellos. El segundo grupo más rechazado es el de los “izquierdistas”; un 34% de los judíos dicen que no los soportan. Por otro lado, un 27% de los judíos rechazan a la población árabe, que supone una quinta parte de la opinión pública, mientras que un 16% simpatiza con ellos.
El estudio también realizó preguntas más concretas, como por ejemplo si uno estaría dispuesto a vivir en un mismo edificio con miembros de otros grupos. Un 74% de los ultraortodoxos no vivirían en un edificio en el que residan gays, y un 50% rechazaría que les opere un médico gay.
En el sector árabe israelí, un 40% no viviría en un edificio con una familia etíope (judíos de origen africano), un 81,4% de los árabes no viviría en un edificio en el que residen homosexuales y casi el 24% rechazaría habitar en una casa con vecinos judíos. Entre un 80 y un 90% de los árabes israelíes no quieren ningún tipo de contacto con homosexuales.
El 85% de los judíos israelíes rechazan que sus hijos contraigan matrimonio con ciudadanos árabes (palestinos que viven en Israel), y, por la parte árabe, un 66,6% tampoco permitiría a sus hijos casarse con ciudadanos judíos.
“La sociedad israelí está compuesta por grupos de población muy distintos y diversos”, afirmó a La Vanguardia el abogado Kalev Mayers, fundador del Instituto de Justicia de Jerusalén. “Contrariamente a todos los países de Oriente Medio, Israel logró mantener un régimen democrático desde el primer día de su fundación y hasta hoy. Sin embargo, nuestra investigación refleja divisiones dentro de la sociedad que podrían amenazar en el futuro la estabilidad de la democracia y que exigen el aumento del diálogo dentro de los distintos sectores de la sociedad”.
El periodista Sever Plotzker señala que las redes sociales se han convertido en un bastión del abuso verbal. Solamente en el mes de agosto se registraron en Facebook y Twitter 324.542 mensajes llenos de insultos y a veces de racismo. De ellos, 7.154 incluían un llamamiento a la violencia física. “
“Se equivoca el que cree que es capaz de controlar el virus del odio hacia el otro –dice Plotzker–. Se trata de un virus de intolerancia religiosa, nacional, étnica y física que ataca todo lo que puede y que amenaza a la sociedad israelí”.
El Instituto de Justicia de Jerusalén advierte de que en ciertos sectores de la sociedad israelí existe un ambiente intoxicado, que definen como “el veneno de la intolerancia de todos los tipos y géneros”, y pide a las autoridades que actúen lo antes posible para ponerle freno.
Los ultraortodoxos son el grupo menos apreciado, seguido de los ‘izquierdistas’ y los árabes