La Vanguardia (1ª edición)

Patrick, Eva y Antonio

- Julià Guillamon

Cada año en esta época me viene a la cabeza el gran proyecto de ir alargando el verano y, como quien no quiere la cosa, quedarme una temporada por aquí. Hará siempre buen tiempo y no soplará el viento. Será un año de pocas lluvias, pero la tierra estará tan húmeda que no hará falta que llueva. En las montañas, como siempre, soltarán las vacas de Setcases, unas vacas rollizas, que con la hierba tan fresca y tan marinada darán los cortes más sabrosos y mejor criados. Mientras que los bous irán desembarca­ndo bandejas y más bandejas de peces sable, doradas, merluzas de palangre, rapes, lenguados y langostino­s para ir preparándo­los a la romana, a la Donosti y salteados. Habrá tal abundancia de pescado que no será necesario el paro biológico. Las camareras de los restaurant­es serán más simpáticas. Y en el Carajillo y en el bar de Marina la cerveza estará más fría que nunca. Yo me levantaré temprano para escribir el libro que llevo dentro, sobre los paisajes que en verano veo llenos de gente y que en invierno están vacíos.

Me voy preparando mentalment­e para este futuro esplendoro­so mientras, en la barra, escucho a una pareja que comenta el incendio del pasado jueves en Cervera en el que murió una bombera voluntaria. Patrick es catalán del Rosellón y trabaja de endocrinól­ogo en Portvendre­s, pero vive en Llançà, donde tiene a su novia,

El incendio del pasado jueves en Cervera, en el que murió una bombera, tenía toda la pinta de ser provocado

Irene, que es dependient­a en un comercio. El incendio, de noche con tramontana, tenía toda la pinta de ser provocado. Patrick e Irene lo tienen muy bien estudiado y, según dónde empieza el fuego y por dónde sopla el viento, pueden saber cuál era el plan del pirómano. Sufren por una arboleda entre Cervera y Banyuls, que no se ha quemado desde hace décadas. A mí me preocupa el bosque de Banyuls, que es un lugar mágico. Arranca en las afueras del pueblo y sube hasta la frontera: parece mentira que puedas entrar en ese bosque de encinas majestuoso desde la montaña pelada.

Antonio y Eva se suman a la conversaci­ón. Antonio se dedica a la carpinterí­a metálica, los padres son andaluces, él vive en Portbou y trabaja en Banyuls. Eva es de Barcelona, vive en Portbou, con Antonio, y es camarera en un bar de Roses. Las dos parejas se pasan el día de Portvendre­s a Roses y de Llançà a Banyuls. Antonio explica que se crió frente a la caserna de la Guardia Civil de Portbou y que a pesar de ello, cuando pasa la frontera, los números le obligan a abrir el maletero y le revisan lo que lleva. Para trabajar en Banyuls, le gusta utilizar sus propias herramient­as, y las acarrea en el coche. Patrick explica que a veces se encuentra hasta cuatro tipos de policías: Gendarmes, Policía de Fronteras francesa, Policía Nacional y Guardia Civil. ¿Pero no habíamos quedado que ya no había fronteras y que era absurdo ir por ahí creando otras nuevas?, dice Eva, y sorbe un trago. “De los cinco lobitos que tenía la loba, sólo quedan tres”, que cantaba José Luis Perales.

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