La Vanguardia (1ª edición)

Ocio rentable

-

Día de ocio insólito en el que decido hacer algo (en mi caso) insólito: entrar en mi cuenta on line, más que nada con la intención de regodearme ante el montoncito de dinero acumulado gracias a la paga extra y un par de ingresos llegados a mis arcas. Pero, ¡ay!, no he sido lo bastante rápida. Debo al banco una diminuta pero repugnante cifrita: 3,85 pavos. Asombrada ante la interminab­le columna de gastos fijos que han arrasado mi mayor entrada anual, decido rebajar gastos. Empiezo por el teléfono (a mi alrededor siempre oigo: “¿Tanto? ¡Yo no pago ni la cuarta parte!”). Y sí, hasta la operadora me dice: “Paga usted mucho”, y me explica que, con la actual promoción, sólo pagaré la cuarta parte. “Creo que esta conversaci­ón la tuve en otra vida”, le digo. “Sí, hace dos años. Pero aquella promoción ya caducó”. Me pregunto si alguna vez superaré la incapacida­d para llamar cada seis meses a la compañía y acogerme a la promoción más ventajosa, si superaré la aversión al por favor, manténgase a la espera. Pero esta vez, sin embargo, lo consigo. El proceso ha durado 36 minutos. El resultado: ¡42 euros de ahorro para el próximo mes!

Animada por el éxito, sigo y descubro que pago un seguro de una casa que ya no es mía. La compañía me dice que aún puedo anularlo: el consabido fax (nunca necesario para dar de alta, pero sí para dar de baja) me supondrá no menos de treinta minutos de visita a la copistería, pero la ganancia es importante: 576,45 euros. A continuaci­ón doy con otro concepto sospechoso: “Alquiler parking”. Como no tengo parking, llamo a mi caja, donde me dicen que “sólo saben que el emisor es “Parking Palencia Centro”. Lo devuelvo y marco la opción “no pagar más”. Pagar el seguro de una casa que ya no tienes puede ser una anécdota. Pagar el alquiler de un parking que nunca has tenido en una ciudad que no conoces puede que sea ya un síntoma.

Por último, y aprovechan­do que estoy al habla con mi caja, le comento al director que observo unas cuantías diminutas pero sustancios­as que deseo eliminar: “Son comisiones por transferen­cias”, me dice. “Ya, pues tenía entendido que no pagaba comisiones por tener aquí mi nómina y mis autónomos”. “Sí, qué raro... Porque supuestame­nte tiene usted una cuenta bonificada”, admite. No sé lo que es “una cuenta bonificada”, pero me imagino que es una cuenta tan bondadosa que no te cobra nada por no hacer nada. En cuanto al “supuestame­nte”, también sé traducirlo: significa que la cuenta no es bondadosa de por sí, sólo es bondadosa si te quejas. Y sí, me devuelve las comisiones pagadas. A lo tonto a lo tonto, en menos de dos horas, me he ganado la friolera de 740 euros... Lo que siempre soñé: una ocupación bien remunerada que pueda llevarse a cabo desde el sofá. Creo que, en adelante, trabajaré sólo en esto.

Empiezo por el teléfono. A mi alrededor siempre oigo: “¿Tanto? ¡Yo no pago ni la cuarta parte!”

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain