La línea Kosciusko-Morizet
“La Grèce ne doit pas devenir la CGT de l’Europe”, declaraba el pasado viernes a la emisora France Info, Nathalie Kosciusko-Morizet, flamante vicepresidenta de Les Republicains, el nuevo partido de Nicolas Sarkozy. De las pocas ideas claras que he podido pescar estos días sobre Grecia, me quedo con esta frase, corta y cortante, de una mujer de la derecha francesa que lleva en sus genes la huella de Lucrecia Borgia.
NKM tiene una biografía muy interesante. Es descendiente de Tadeusz Kosciusko, héroe militar polaco que luchó contra los rusos y los prusianos y participó en la Guerra de Independencia de Estados Unidos. Su abuelo fue miembro de la Resistencia y embajador gaullista. Y su madre, Benedicte Treuille, pertenece a un viejo linaje burgués que reivindica un lejano parentesco con la hija del Papa Alejandro VI, el temible valenciano Rodrigo Borja. Poca broma con NKM.
“Grecia no debe convertirse en el sindicato comunista de Europa”. La antigua ministra de Medio Ambiente –y aspirante a la alcaldía de París en 2014– es capaz de definir con menos de 140 caracteres la estrategia fundamental del Directorio Europeo: evitar que Grecia se convierta en un precedente sindical para los demás países del Sur de Europa.
NKM lleva en sus genes la voluntad de poder. Sus aceradas palabras definen perfectamente lo más sustantivo del actual momento político. Como ya ocurriera a mitad de los años setenta, durante el ocaso de las dictaduras de Portugal, España y Grecia, los países del Sur de Europa forman una cadena crítica que inquieta a Alemania, preocupa a Estados Unidos, implica directamente a Francia, interesa de alguna manera a Rusia y no pasa desapercibida en China. En los setenta, el orden de los factores era distinto: alta inquietud en Washington, preocupación en Bonn, pasión y curiosidad en París, interés en Moscú, y cierto disgusto pekinés ante una posible expansión so- viética en el Mediterráneo.
La cadena critica ha regresado. En España, Podemos y sus hologramas son un nuevo referente. En Italia se está mascando una escisión de izquierdas en el gobernante Partido Democrático. En Portugal, con un sistema político milagrosamente estable, el Partido Socialista encabeza las encuestas. Y en Francia, Les Republicains de Sarkozy y Koscius- ko-Morizet intentarán taponar el nacional-populismo de Marine Le Pen. “La Grèce ne doit pas devenir la CGT de l’Europe”. Más claro, el agua.
Aunque el papa Fracisco tenga buenas palabras para Alexis Tsipras, el mensaje urbi et orbi es este: “Con los adoquines de las vie-
Rajoy gana con el noqueo de Grecia; Guindos pierde porque el ‘duro’ Dijsselbloem no podía parecer débil
jas soberanías nacionales no se pueden levantar altas barricadas contra el orden europeo; quien lo intente, sucumbirá”.
Siendo este el mensaje, uno de sus principales redactores, Jeroen Dijsselbloem, ministro holandés de Finanzas, no podía perder ayer la presidencia del Eurogrupo. Hubiese sido interpretado como una enmienda a la totalidad.
Mariano Rajoy gana con el duro final de partida para Grecia. Gana de manera indiscutible. Ya tiene la campaña electoral de noviembre perfectamente esbozada. “O nosotros o el caos”. Luis De Guindos no es presidente del Eurogrupo, “parce que la Grèce ne doit pas devenir la CGT de l'Europe”. Hay días que no se puede ganar dos veces.