Le Corbusier, cara y cruz
Una gran exposición dedicada a su obra no consigue evitar la polémica sobre el supuesto fascismo del arquitecto
El parisino centro Pompidou acoge una exposición sobre la exitosa carrera del arquitecto, que sin embargo no ha podido evitar la polémica sobre su colaboracionismo con el régimen de Vichy.
El Centro Pompidou de París abre –hasta el 3 de agosto– una gran exposición dedicada a la obra de Le Corbusier. Se trata de una minuciosa muestra cronológica de 300 cuadros, esculturas, planos y maquetas, libros y revistas, que pretende seguir la evolución de quien tanto marcó la creación arquitectónica y la manera de residir en el siglo XX, al cumplirse cincuenta años de su muerte. La exposición se ha visto salpicada por una polémica mediática que presenta al personaje como un fascista.
El foco se ha puesto en la comprensión del lugar que el cuerpo humano tiene en la trayectoria de toda su obra; como artista –así era como se definía en primer lugar Le Corbusier– pintor, arquitecto, diseñador y urbanista, explica Olivier Cinqualbre, conservador del Museo Nacional de Arte Moderno y uno de los dos comisarios del evento, Le Corbusier, medidas del hombre. Para ello hay una inmersión en las fuentes e influencias intelectuales alemanas del periodo 1908-1911, cuando Le Corbusier, nacido Charles-Edouard Jeanneret en Suiza y naturalizado francés en 1930, pasa un periodo de aprendizaje en Alemania, donde recibe la influencia del arquitecto Peter Behrens y del psicofísico Fritz Hoeber, junto a sus compañeros Mies van der Rohe y Walter Gropius.
Aunque Le Corbusier (18871965) es relacionado con edificios blancos, la exposición pretende llamar la atención también sobre el recurso al color que se ve por ejemplo en 1923, cuando el industrial de Burdeos Henry Frugès le encarga una “ciudad obrera” para los empleados de su industria, 50 casas en una “ciudad-jardín” de edificios uniformes pero diferen- ciados por sus colores para dar más contraste, dice Cinqualbre.
La exposición presenta algunos croquis y planos del insólito Plan Voisin (1925), dentro de su concepción de Ciudad contemporánea para tres millones de habitantes que comenzó a diseñar en 1922. El plan consistía en nada menos que arrasar la rive droite de París y sustituirla por un conjunto de altos inmuebles cruciformes –que hoy se considerarían absolutamente espantosos– atravesado todo ello por dos grandes ejes viarios este-oeste y norte-sur. Si se hubiera realizado el París de hoy no existiría y gran parte de su centro urbano se parecería al Novy Arbat moscovita, antes Avenida Kalinin.
Tres libros, dos de ellos a cargo de periodistas y recién publicados, arremeten contra Le Corbusier, presentándolo como un fascista, colaboracionista y antisemita. Uno de ellos va aún más lejos al identificar todo el modernismo y hasta la planificación con el totalitarismo, algo que subleva a Frédéric Migayrou, segundo comisario de la expo y director adjunto del Centro Pompidou.
“Se mete en el mismo paquete los poblados que los nazis arrasaron por considerarlos arte degenerado, la Bauhaus que tuvo que emigrar a EE.UU. e incluso a Malraux o de Gaulle que al fin y al
El director adjunto del Pompidou arremete contra los autores que acusan al arquitecto de colaboracionista
cabo eran planificadores”, dice Migayrou, que acusa a los autores de falta de rigor. Le Corbusier tuvo despacho en Vichy, en su correspondencia se puede encontrar algo que parece un elogio de Hitler, y uno de los autores ha localizado una caricatura antisemita por él realizada. Además, se menciona su cooperación con notorios fascistas franceses como el ingeniero François de Pierrefeu, con quien editó la revista Prélude. Para encarar con seriedad estos juicios, el Pompidou dedicará un coloquio con grandes especialistas mundiales, sobre e papel de Le Corbusier en los años 30 y durante la guerra.