El juez para la orden de Nueva York contra las bebidas azucaradas gigantes
Michael Bloomberg logró convertirse en el 2009 en una de las excepciones de Nueva York. Gracias a su enorme fortuna –la número trece en el mundo, según la más reciente actualización de la revista Forbes–, el multimillonario alcalde alcanzó un tercer mandato, algo poco frecuente. Entonces, The New Yorker lo calificó de “intocable”. Junto a una imagen de un Bloomberg con corona, la revista se preguntó: “¿Puede un alcalde amasar tanto poder?”.
Ya en el crepúsculo de su carrera como mayor –concluye a final de año y no hay una cuarta oportunidad–, al juez Milton A. Tin- gling, del Tribunal Supremo de Manhattan, no le la temblado el pulso al infligir a Bloomberg el mayor revés en su reinado.
El magistrado dejó ayer sin efecto el bando contra los refrescos gigantes (recipientes de casi medio litro), que hoy entraba en vigor. Era una iniciativa para combatir la obesidad, una idea que configuraba el legado del alcalde.
El juez Tingling no sólo suspende esta medida. También arremete contra su inspirador. Considera que esta prohibición es “arbitraria y caprichosa”.
Este magistrado también se muestra escéptico por la competencia del consejo sanitario de la ciudad, sobre el que Bloomberg ha mantenido un amplio dominio con la excusa de la mejora de la salud pública. Respecto a esta interpretación, el juez responde que “esto dejaría a la autoridad definir, crear, ordenar y aplicar las normas con el único límite de su propia imaginación”. Y todavía va más allá al añadir que esto “fomentaría una administración Leviatán”. Un monstruo.
Los establecimientos ya estaban preparados, en general, para encarar la nueva situación bajo un tremendo disgusto y la férrea oposición de la industria de los refrescos y bebidas azucaradas.
La normativa de Bloomberg, que de inmediato anunció su recurso con la confianza de que se saldrá con la suya, presentaba más oscuros que claros. La prohibición iba contra los envases de refrescos azucarados o refrescos, con o sin gas, con capacidad para más de 16 onzas, o 473 mililitros. Sin embargo, no se incluían bebidas light (menos de 25 calorías por 236,5 mililitros), zumos, productos lácteos o... el alcohol.
La medida afectaba a unos 20.000 restaurantes, con los fast food a la cabeza, así como cines, polideportivos, estadios, quioscos, bodegas o carros de comida. Quedaban excluidos los super-
El juez califica de “caprichosa y arbitraria” la medida de Bloomberg que hoy entraba en vigor
mercados o tiendas. Por esto el juez aprecia una desigualdad en la norma, impuesta a determinados locales y productos. “Se aplica a unos establecimientos y no a otros –subraya el magistrado Tingling– y se excluyen bebidas con altas concentraciones de azúcar y calorías”.