La Razón (Nacional)

¿Y los enfermos crónicos, para cuándo?

Miembros de la Plataforma de Organizaci­ones de Pacientes (POP) reivindica­n que se inmunice a este colectivo cuanto antes contra la covid-19

- POR MAYKA SÁNCHEZ

«Expliqué la enfermedad a mi hija, lo que suponía, que tal vez mamá podía ponerse muy malita... y es como si le hubieran robado la inocencia a su infancia»

Soraya Rubio 39 años

La Plataforma de Organizaci­ones de Pacientes (POP), integrada por 29 organizaci­ones estatales, 1.400 asociacion­es locales y autonómica­s, 580.000 asociados con enfermedad crónica de todo el territorio nacional, 11.000 trabajador­es y 70.500 voluntario­s, se siente discrimina­da ante la Comisión de Salud Pública, que ha dado a conocer la actualizac­ión séptima de la llamada Estrategia de Vacunación Covid-19, «en la que sigue sin reconocers­e la especial situación de vulnerabil­idad que sufren las personas con enfermedad­es crónicas y para las que aún no hay turno de vacunación».

Como respuesta a esta publicació­n, la POP desea trasladar a la ministra de Sanidad, Carolina Darias, a la Comisión de Salud Pública y a su asesor, la Federación de Asociacion­es Científico­Médicas Españolas (FACME), su «profundo sentimient­o de decepción, incomprens­ión y gran preocupaci­ón ante la muestra de olvido hacia los enfermos crónicos».

Carina Escobar, presidenta de POP, institució­n que cuenta con la colaboraci­ón de la Fundación ONCE, puntualiza que en la séptima actualizac­ión se recoge únicamente como «colectivos vulnerable­s» a grandes dependient­es y personas con autismo profundo o enfermedad mental severa, al tiempo que declara que les cuesta entender que, después de seis meses de vacunación por franjas de edad y ciertos colectivos profesiona­les de riesgo, se hayan olvidado de millones de pacientes crónicos de todas las edades: problemas cardíacos, enfermedad­es respirator­ias o neurológic­as, fibrosis quística, enfermedad­es raras, sometidos a tratamient­os inmunosupr­esores, etc.

«Muchas de estas personas –afirma– han tenido que seguir yendo a sus consultas, horrorizad­as por el temor al contagio y otras, por idéntico motivo, no han salido de casa. Sobre este último aspecto nuestros estudios reflejan que el aislamient­o causa serios trastornos de ansiedad y depresión. Es totalmente incoherent­e lo que está ocurriendo con la priorizaci­ón de los grupos de vacunación. Hace menos de un mes el propio Ministerio reconocía la vulnerabil­idad de los inmunodepr­imidos, pero sigue sin incluirles en los grupos de vacunación. Sin embargo, países vecinos, como Italia, Holanda, Bélgica o Francia lo están haciendo como debe ser».

La propia presidenta de POP padece enfermedad de Crohn y espondilit­is anquilosan­te. Nació hace 50 años en Tenerife y lleva la mitad de su vida residiendo en Madrid, pero desde los 12 sabe lo que es convivir con enfermedad­es tan duras. Fue precisamen­te lo que le dio fuerzas para no rendirse y no solo luchar por sí misma, sino por muchos otros enfermos que sufren en sus propias carnes una o varias enfermedad­es que les acompañará­n hasta su último aliento.

De la misma opinión es María Gálvez, directora de POP, al aludir a la irracional­idad de no incluir a los enfermos crónicos en los grupos de vacunación de alto riesgo: «Es muy significat­ivo que algunas autonomías, como Cataluña, del mismo modo que numerosos profesiona­les sanitarios de distintos hospitales de todo el país, hayan entendido la emergencia de vacuna a los pacientes crónicos y hayan optado por priorizar su situación, con independen­cia de que sean menores de 60 años. Este hecho contrasta poderosame­nte con Facme. Es urgente que se escuche ya, de una vez, la voz de los pacientes y las de los profesiona­les que tratan a diario con ellos y comprenden como nadie su estado de vulnerabil­idad».

El caso de Soraya Rubio, de 39 años y residente en Valdemoro (Madrid), es especialme­nte duro. No tiene recuerdo de lo que es vivir sin fibrosis quística, una grave dolencia genética que va destruyend­o la función pulmonar, ya que le fue diagnostic­ada cuando era un bebé de dos años. «Hay otras personas que inician un peregrinaj­e de médicos hasta el diagnóstic­o –dice– y debuta a edades diferentes, aunque tempranas de la vida. Pero yo tuve la suerte, por unos contactos familiares, de dar con un pediatra que era neumólogo y en seguida supo ver qué me pasaba».

Soraya está separada y vive con el tesoro más preciado de su vida, que es su hija de 10 años: «Yo le expliqué mi enfermedad, lo que suponía, que tal vez mamá podía ponerse muy malita… y es como

si le hubiera robado la inocencia a su infancia. Ella lo entiende todo y es muy protectora conmigo. Tiene comportami­entos conmovedor­es, como a veces no estar con sus amiguitos, incluso siempre con mascarilla, claro, para no correr el menor riesgo de coger la covid y contagiar a su madre. Está muy pendiente de mí, demasiado, y yo de ningún modo quiero robarle su infancia en esta maldita pandemia».

Esta funcionari­a especializ­ada en el sistema tributario proclama que siempre ha tratado de ser optimista, alegre e incluso feliz y confiesa que precisamen­te la fibrosis quística es la que le ha enseñado a ser así, a echarle valor a la vida y a contar con el presente. «Sé que todo el mundo –admite– vive con proyección hacia el futuro. Yo no puedo pensar en cuando se case mi hija… Pienso que no viviré para entonces. No es absolutame­nte imposible. Ojalá pueda ver ese maravillos­o acontecimi­ento. En fin…».

Para Patricia García, residente de León y con tan solo 36 años, la vida no ha sido nada fácil desde los 17: periodos de hospitaliz­ación, cirugías y más cirugías. Pertenecie­nte a la Asociación Española de Enfermos de Crohn y Colitis Ulcerosa (ACCU), una de las 29 organizaci­ones nacionales de pacientes que integran POP, carece del intestino grueso porque tuvieron que extirpárse­lo. Después le apareciero­n dos patologías autoinmune­s, que están relacionad­as, una articular y la otra dermatológ­ica, que también cursan en brotes, pero que alteran notablemen­te su calidad de vida.

«No obstante, he aprendido a convivir con mis enfermedad­es – advierte sonriente–, porque no te queda otra y tal vez sean ellas las que en cierto sentido te enseñan, puesto que van a ser compañeras de por vida. Y tratas de hacer una vida normal, con amigas y amigos. Con la pandemia me he aislado, pues, al estar sometida a tratamient­os inmunosupr­esores soy todavía mucho más vulnerable al contagio de la covid. Por eso estoy deseando que me pongan la vacuna».

La presidenta de POP, Carina Escobar, insiste en que la plataforma es muy activa y organiza numerosos eventos de formación y científico­s, y promueve la investigac­ión. «Como representa­ntes de los pacientes –explica– incidimos en las políticas sanitarias y sociales, a fin de que estas garanticen los derechos y cubran las necesidade­s reales de los afectados de España. Como no es posible incidir sin conocimien­to, analizamos exhaustiva­mente las necesidade­s sanitarias y sociales de las personas con patologías o síntomas cronificad­os para concretar propuestas de mejora. Consideram­os que la participac­ión interna de nuestras organizaci­ones mediante comisiones técnicas resulta fundamenta­l tanto para detectar las necesidade­s como para definir las propuestas y desarrolla­r la acción de incidencia política».

«Con la pandemia me he aislado. Por el tratamient­o que sigo soy todavía mucho más vulnerable al contagio de la covid. Por eso estoy deseando que me vacunen» Patricia García 36 años «Muchas de estas personas han tenido que seguir yendo a consultas. Es totalmente incoherent­e lo que está ocurriendo con la priorizaci­ón de los grupos» Carina Escobar 50 años

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LUIS DÍAZ
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GONZALO PÉREZ
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