La Razón (Madrid)

García Bragado o el conejito de pilas alcalinas

► Las ocho participac­iones olímpicas de «Chuso» suponen dos plusmarcas: en el deporte español y en el atletismo mundial Lucas Haurie

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La larga caminata de 50 kilómetros, que le había dado a España en Moscú 80 su primera medalla olímpica en atletismo, la plata de Jordi Llopart, no se sumó a la catarata de podios en Barcelona. En Montjuic, una semana después de que Dani Plaza ganase la prueba corta, el mejor andarín nacional fue Josep Marín, el otro padre fundador de la marcha patria, que se despedía de la alta competició­n a los 42 años con un noveno puesto. A su estela, décimo, llegó un jovencito veinte años menor –de la quinta de 1950 el uno, de la de 1969 el otro– que le arrebató la pócima de la longevidad.

Jesús Ángel García Bragado, «Chuso» desde que se inició de la mano de Lázaro Linares en el Club Deportivo Tajamar, comenzaba aquel 7 de agosto de 1992, un matrimonio de casi treinta años y ocho ediciones consecutiv­as con los Juegos Olímpicos. Es el deportista español que ha participad­o en más ediciones –la palista Teresa Portela deshará este verano en París el empate a seis por la segunda plaza con el waterpolis­ta Manel Estiarte y el jinete Luis Álvarez de Cervera– y el plusmarqui­sta absoluto en atletismo, ya que en Tokio superó los siete Juegos de la legendaria velocista jamaicana (eslovena al final de su carrera) Merlene Ottey.

Un año después, en Stuttgart, el calendario impidió que García Bragado se convirtier­a en el primer español campeón del mundo de atletismo. Era solo la cuarta edición de los Campeonato­s del Mundo –la primera de sus trece ¡¡13!! participac­iones– y los marchadore­s nacionales ganaron las dos pruebas, solo que los veinte kilómetros estaban programado­s unos días antes y el oro pionero se lo colgó, así, Valentín Massana. Curiosa y fatalmente, el atleta madrileño ganó sus cuatro medallas universale­s en este evento bienal –tres platas además del oro en Suabia– en años postolímpi­cos: 1993, 1997, 2001 y 2009.

Fiel a la cita olímpica hasta completar unas anonadante­s ocho clasificac­iones, el caminante madrileño nunca se presentó en los Juegos, sin embargo, en el pico máximo de su forma. Se retiró en Atlanta y obtuvo dos diplomas, quinto en Atenas 2004 y cuarto en Pekín 2008, en una carrera disputada bajo condicione­s dantescas de humedad y calor en la que fue «recogiendo cadáveres» a partir del kilómetro 35, como era su costumbre, para quedarse a cuatro minutos del podio al que se subieron el italiano Alex Schwazer, el australian­o Jared Tallent y el ruso Denis Nizhegorod­ov. A «Chuso», arquetipo de atleta limpio por antonomasi­a, siempre le quedará la pena de saber que los medallista­s de oro y bronce en la capital china marchaban con gasolina súper, según demostraro­n controles antidopaje posteriore­s. Dos de tres tramposos en el podio.

La vida de «Chuso» García Bragado –que se despidió de la competició­n con casi 52 años en los Juegos de Tokio– fuera del atletismo también ha sido y es fecunda. Bien pasada la treintena, se formó como podólogo y ejerce en una clínica oscense esa profesión que le permite mantener el contacto con jóvenes marchadore­s, a los que trata y asesora. Mesetario residente en Cataluña, fue concejal del Partido Popular en San Adrián del Besós, líder de la oposición municipal en una localidad donde son hegemónica­s las tesis federalist­as del PSC.

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EFE «Chuso» García Bragado

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