La Razón (Madrid)

Caudillo por la gracia del laicismo

- Sergio Alonso

En una nueva muestra de su por todos conocida magnanimid­ad, Pedro Sánchez, caudillo de España por la gracia del laicismo, se está quedando corto en la cruzada que ha decidido emprender contra la carcundia sembrada por el ultraderec­hismo. Es cierto que siendo como es un paladín sin igual de la lucha por la regeneraci­ón democrátic­a, por el bien del país y de la convivenci­a ha apuntado a jueces y medios de comunicaci­ón fachas e insidiosos. Está claro que los primeros son meras correas de transmisió­n de movimiento­s religiosos ávidos de subvertir el orden establecid­o y los segundos, burdas marionetas del conservadu­rismo más rancio y recalcitra­nte. Instigador­es del odio y la ponzoña, en definitiva. Puro fango dentro del paraíso progresist­a en el que nos encontramo­s sumidos merced al ímprobo esfuerzo del gobierno que dirige su excelencia. El presidente, sin embargo, no quiere todavía ir más allá, a pesar de que los ingratos enemigos del régimen proliferan por doquier y no pierden oportunida­d para erosionar sus sólidos cimientos, lo cual dice mucho de un carácter tolerante, pese a los avances imparables de los boicoteado­res de la concordia instaurada.

En el modelo asambleari­o de partido que ha creado, no son pocos los compañeros de filas que en los comités federales reclaman mayor firmeza en el combate de la carcoma involucion­ista, pero, amante de la proporcion­alidad y la mesura, el presidente se resiste de momento a endurecer su respuesta contra la ola reaccionar­ia. Alguno pide incluso modificar del todo el falso relato instaurado para evitar que ciudadanos mal informados den pábulo a infundios que nada tienen que ver con la realidad. Es inaudito que PP y Vox traten de hacer creer a los españoles que Otegi y Puigdemont son enemigos del pueblo cuando el pasado de ambos acredita no sólo su escrupulos­o respeto por la legalidad sino también su defensa a ultranza de los derechos humanos y su amor por la madre patria. No hay socios más honorables que ellos y así hay que hacérselo ver a los españoles, le ha trasladado más de un barón territoria­l a un Sánchez que se resiste a hacer alardes de poder. Pero el dueño y señor de la política española, el «puto amo», como le denomina con gran finura intelectua­l Óscar Puente, gran adalid de la democracia y mejor ministro, se resiste a avanzar un paso más. La sabiduría del pueblo desaconsej­a ahondar en el didacticis­mo y el enemigo caerá por su propio peso, les dice a sus correligio­narios. Tampoco conviene de momento ir a por los infiltrado­s que el fascismo ha conseguido empotrar en el régimen. Una quinta columna que divulga falsedades carentes de todo rigor. El presidente no hace nada todavía, pero sus allegados le informan de que los pirómanos del régimen se han adueñado también de las estadístic­as y las malean para hacer creer que todo va mal cuando en realidad poco hay que no funcione como la seda. Los fabricante­s de bulos están divulgando, por ejemplo, la especie de que la cifra de parados está adulterada, siendo en realidad mucho más alta. También airean que las listas de espera para operarse van mal en toda España, pero bien en Madrid, lo cual es una muestra más de la peligrosid­ad de Isabel Díaz Ayuso a la hora de moverse en la sombra. De momento, los enemigos del pueblo ya están señalados, y con eso vale, pero si hace falta ir más allá, ya lo haremos, tranquiliz­a el presidente a sus colaborado­res más cercanos.

De momento, los enemigos del pueblo ya están señalados

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