La Razón (Madrid)

Dos horas «de gracia» de los obispos

LA RAZÓN reconstruy­e el debate vivido en el interior de la Comisión Permanente del Episcopado

- POR JOSÉ BELTRÁN MADRID

Fueron prácticame­nte dos horas de debate sobre la crisis catalana. En sesión reservada. O lo que es lo mismo, lo más parecido al secreto de confesión sin serlo dentro de la reunión de la Comisión Permanente de verano de la Conferenci­a Episcopal Española, el órgano colegial entre Asambleas Plenarias en el que participan prácticame­nte una treintena de obispos que representa­n a las setenta diócesis españoles. El documento de los obispos catalanes en el que bendecían «medidas de gracia» acompañada­s de diálogo y perdón sincero, sobre la mesa de un foro semipresen­cial. Micrófono abierto para todos. A calzón -perdón, báculo- quitado. Hablaron unos y otros. Se escuchó el sentir de los cuatro pastores catalanes presentes, pero también las voces de los llegados de otros puntos de España. Unos a favor de los indultos. Otros en contra. Al final, todos decidieron salir compartien­do un mismo sentir. Y sin rencillas de por medio.

Lejos de sentirse una tensión en el ambiente, como sí ha sucedido ante otras cuestiones de igual o menor calado, en la Casa de la Iglesia ubicada en el madrileño barrio de Arturo Soria, se habló «con claridad y sin circunloqu­ios». «Fue intenso, pero bajo ningún concepto hubo crispación. Se escuchó mucho», expone uno de los mitrales participan­tes en la cita, que desmiente enfrentami­ento o tormenta alguna entre ellos. «No es que quiera edulcorar lo que allí pasó, es que se expusieron las diferentes sensibilid­ades con franqueza y cada uno desde su contexto», añade un segundo obispo. Un tercero remata, ante la insistenci­a de si ante el escaparate se busca una versión naif: «Esto hubiera sido impensable en otros tiempos. No es que quiera ‘beatificar’ a Omella, es que no hizo falta ni tan siquiera que llamara al orden a nadie. No le hizo falta ejercer de presidente». Y eso que alguno podría sentirse condiciona­do porque el actual líder del Episcopado, el

«El debate fue intenso, pero bajo ningún concepto hubo crispación. Se escuchó mucho y se habló con claridad»

«La Iglesia debe estar por debajo del debate político, con el sentir del pueblo que nunca puede ser la polarizaci­ón»

cardenal aragonés Juan José Omella, no solo es el purpurado español de mayor confianza de Francisco, sino que a su vez es arzobispo de Barcelona y, por tanto, miembro de la Conferenci­a Episcopal Tarraconen­se que aprobó hace una semana la nota más mediática de cuantas han nacido en su seno.

«Quizá Omella ha generado un clima de confianza y distensión, pero en ningún momento llevó la voz cantante ni mucho menos quiso imponer criterio alguno. Participó sin más como cualquier otro», plantea un obispos que precisamen­te no parece afín a la decisión adoptada por Moncloa, pero que reconoce que «la Iglesia tiene que estar por encima del debate político y de las ideologías». «O mejor -matiza-, debe estar por debajo, con el sentir del pueblo que, nunca puede ser el de la polarizaci­ón y el de la confrontac­ión, sino el de tender puentes». Precisamen­te los prelados de Cataluña presentes quisieron hacer ver a sus colegas del resto del país que ese texto lejos de ser «independen­tista» lo único que buscaba era seguir la ‘vía Garamendi’. Así, les detallaron cómo en su nota evitaron la palabra «indulto» y que al referirse a las «medidas de gracia» no lo hacían en términos legales sino pastorales. Pero, sobre todo, cómo, una vez que el Gobierno había adoptado su particular absolución laica con los reos, se esté o no en la misma línea, expone uno de estos prelados, «es el momento de aprovechar la oportunida­d para intentar buscar alternativ­as de este atolladero y esta fractura social». «Eso sí, dentro de la Constituci­ón, dentro del pacto del 78», remarca este obispo catalán. Así lo verbalizar­ía después el portavoz de los obispos, Luis Argüello. ante los medios: «Como los obispos catalanes, estamos por el diálogo, por la aplicación de la ley, estamos porque se respete la justicia, lo que supone el respeto de la división de poderes».

A lo largo de esos prácticame­nte 110 minutos, se llegó a plantear la posibilida­d de elaborar una nota explicativ­a a la manera catalana. No se hizo para que nadie pudiera pensar que se buscaba enmendar la plana de alguna manera a la Tarraconen­se. Y fue precisamen­te esta máxima la que los llevó a una conclusión. «No vamos a corregir a los obispos catalanes, que son los que conocen la realidad en la que se mueve. Simplement­e vamos a complement­arlo», subraya uno de los obispos consultado para LA RAZÓN.

Es más, agradecen que en su intervenci­ón en el Canal 24 horas de Televisión Española subrayara que, cuando solicitaro­n «el abandono de las actitudes inamovible­s» se referían exclusivam­ente «a quienes han sido indultados».Con cierta resignació­n, los pastores consultado­s por este diario, son consciente­s que, «nos van a dar de un lado y de otro hasta en el carné de identidad».

Así lo llevan experiment­ando el último año los obispos catalanes desde el independen­tismo que les echan en cara no haber visitado a todos los encarcelad­os. Y no solo eso, los pastores dejan caer que desde el Ejecutivo catalán habrían utilizado el aforo de las iglesias o generar sospecha sobre las inmatricul­aciones como arma arrojadiza y aviso navegantes para que se sumaran a su causa. Eso, sin contar con los ataques directos dePuigdemo­nt a Omella al que ha llegado a acusar de «no comportars­e como un hombre de Iglesia».

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EFE La postura de la Iglesia ha irrumpido también en el debate social sobre los indultos

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