La Razón (Levante)

«La arrogancia de Sánchez nos lleva a una primavera del descontent­o»

Javier Fernández-Lasquetty Consejero de Hacienda de la Comunidad de Madrid «Dar un hachazo fiscal a Madrid y a toda España se ha convertido en una obsesión para que no se note que el socialismo ha fracasado», sostiene

- H. Montero.

DesdeDesde 2010, salvo los cuatro años en los que viró hacia Iberoaméri­ca y el mundo académico, Javier Fernández-Lasquetty (Madrid, 1966) ha estado vinculado a la política madrileña. Primero en Sanidad y ahora en los dineros públicos, que protege como si del Santo Grial se tratara. Asegura que no aspira a cambiar de tercio, ni siquiera cuando se le sugiere un hipotético Gobierno de Feijóo. Pero si Madrid es la locomotora de España, quién mejor que su maquinista para llevar el AVE: «Estoy muy a gusto donde estoy. De verdad». El tiempo lo dirá. –¿Cuántos refugiados ucranianos llegan? ¿Se coordina ese flujo y su incorporac­ión al mercado laboral con el Gobierno?

–Cerca de 800 personas, la mayoría mujeres y niños, han tenido ya contacto con el sistema sanitario. Los niños están siendo escolariza­dos. Pero echamos en falta una actitud más activa del Gobierno porque el punto de partida tiene que ser que todo refugiado reciba inmediatam­ente el NIE, para moverse y trabajar. Desde ese momento, la Comunidad de Madrid puede empezar a actuar para favorecer que, lo antes posible, esas personas dejen de recurrir a subsidios y ayudas, y puedan ponerse

a trabajar. En Madrid trabajan, mucho y bien, casi 24.000 ucranianos, lo que revela que se integran con naturalida­d y se esfuerzan. –¿Cuál es la capacidad de absorción de refugiados de Madrid?

–No lo sabemos aún. El Gobierno de Sánchez se está comportand­o de forma muy pasiva, como si fuera un problema burocrátic­o más. Instalan un punto en Pozuelo. Va Sánchez a hacerse la foto y salir en el Telediario, pero a los ucranianos se les atiende en horario de oficina y con cita previa.

–Habla de pasividad, tras dos semanas de paros, la luz... ¿está desbordado el Gobierno?

–Hay una parte de desbordami­ento, pero este es un Gobierno muy arrogante. Sánchez lo es; Calviño, también. Creen que pueden despreciar lo que le pasa a la gente porque no cuadra en sus relatos de Power Point esplendoro­sos en los que todo va bien. Pero no es verdad. Las cosas no van bien. Hay una paralizaci­ón de mercancías y de negocios. Están creciendo los ERTE, ya lo ha reconocido el Gobierno. Hay un empeoramie­nto que irá en espiral y solo se les ocurre mantener los impuestos altos. Lo que le han pedido Feijóo, Ayuso y el PP es suspender los impuestos. Recuerdo que más del 50% del kilovatio o de cada litro de combustibl­e son impuestos o costes regulatori­os. ¡Quítelos durante una temporada y conseguirá un resultado inmediato! Eso se lo repetimos el pasado lunes a Calviño los consejeros de varias comunidade­s, sobre todo del PP, y la respuesta fue que no van a bajar impuestos. Prefieren dar ayudas. –En prepandemi­a, el campo estaba en armas y se les tachó de «terratenie­ntes», ahora los transporti­stas son de «extrema derecha». ¿Se trata de criminaliz­ar las protestas?

–Hay una falta de empatía y de cercanía a la realidad de la calle que hace que incluso traten con desprecio a los que protestan y a los que, sin hacer huelga, solo buscan hacer notar que su vida se está poniendo muy difícil. Ese alejamient­o puede inducir a una primavera del descontent­o. El Gobierno tiene que ser consciente de que no se puede apretar más. Esto venía de atrás, de una política muy equivocada con un exceso de gasto público brutal y un crecimient­o de la inflación. Llega la invasión de Ucrania y lo agrava, y al Gobierno se le ocurreenem­istarse con Argelia al abandonar de forma unilateral una posición sobre el Sahara que estaba muy clara, ofendiendo al principal proveedor de gas cuando más lo necesitas. –¿Con Feijóo en el Gobierno, no se habría tratado de templar gaitas con Marruecos?

–Estoy seguro de que no. Con gobiernos del PP las relaciones con Marruecos han pasado por momentos muy complicado­s y lo que siempre se ha tratado es de que existiera respeto. Por el contrario, este Gobierno ha faltado el respeto a España porque, si se quiere dar ese paso en lo que más le importa al rey de Marruecos, lo mínimo es obtener lo que más nos importa a los españoles de Marruecos.

–En la reunión que citaba con Calviño, en la que también estaban Montero y Díaz, ¿hubo acuerdo entre todas las regiones para crear ese fondo que ayude a pagar la luz y el gas de hospitales, metros y colegios? ¿Fue receptivo el Gobierno y, por cierto, de dónde se saca el dinero para ese fondo si además se pide bajar impuestos?

–En primer lugar, la ministra Díaz estuvo por estar sentada allí, literalmen­te. Este Gobierno tiene mucho margen para gasto improducti­vo, ideológico o sobrante, tipo plan de igualdad de 20.000

millones. Eso se puede recolocar para que las comunidade­s afronten estos gastos imprevisto­s. Diez comunidade­s autónomas lo reclamamos, incluyendo gobernadas por el PSOE. Estos gastos extraordin­arios no los podemos atender con unos presupuest­os ordinarios. O bien el Gobierno dota un fondo y lo distribuye o flexibiliz­a las reglas para que podamos tomar la deuda necesaria para hacer frente a estos gastos.

–Hay universida­des que están ya limitando sus horarios para ahorrar energía. ¿Ha habido algún caso en Madrid?

–No. Se está atendiendo con normalidad. El metro funciona, los hospitales y colegios, también.

–Entiendo que los servicios públicos tienen tarifas fijas. ¿Cuál es el descuadre?

–Las tarifas oscilan y lo estamos viviendo. Donde más impacto hay es en el metro que ha visto crecer sus costes cinco veces más.

–Lineales vacíos en los supermerca­dos con la inflación camino de los dos dígitos, la luz y el gas desbocados, comercios cerrados... ¿Venezuela o España?

–No debería de sorprender­nos cuando una tercera parte del Gobierno cree que la tiranía venezolana ha hecho mucho bien cuando ha traído miseria y opresión. Que no nos extrañe la falta de productos, en este caso por una crisis. Pero a esa crisis no se responde atacando al mercado y a la iniciativa privada.

–El Gobierno le imputa la inflación a Putin, ¿es así? -No y en el caso de España, menos porque apenas llegaba gas de Rusia. Tiene que ver con una política fiscal y de costes regulatori­os muy altos, y con una política de energía muy equivocada llena de dogmatismo, cerrando térmicas y tratando de cerrar nucleares, cuando las renovables necesitan energía de respaldo porque no a todas horas hay viento soplando. El Gobierno, en vez de reaccionar como hace Alemania o Francia, abriéndose a utilizar más tecnología­s de producción, se enroca con Teresa Ribera transforma­da en una especie de guardiana dogmática.

–Sin embargo, se quema más carbón que el año pasado.

–Habría que estar aún más abierto. No se puede pretender que todo sea eléctrico restringie­ndo la producción. Los que plantean es vivir peor. Eso es lo que ofrece una parte de la izquierda, que retrocedam­os. La solución, por primera vez en la historia de la Humanidad, es que crezcamos menos. Algunos miembros del Gobierno, como Garzón, lo defienden. Eso no puede estar en la agenda de un Gobierno, es terrible y va en contra de la naturaleza humana. –¿Mantendría el PP operativas más años las nucleares?

–El PP siempre ha estado a favor de sustituir en esos emplazamie­ntos las centrales de los años 60-70 por otras actuales que producen cinco veces más y son mil veces más eficientes. –¿Cuánto le cuesta a Madrid toda esta inacción del Gobierno?

–La factura no podemos evaluarla aún, pero entre la energía, la inflación y los costes de atender a los desplazado­s, podemos estar hablando de más de 1.000 millones de euros fácilmente.

–Si el Gobierno se resiste a bajar impuestos, ¿seguirá adelante la llamada «armonizaci­ón fiscal» pese a que no parece el mejor momento para subirlos?

–Nunca es buen momento para subir impuestos. Cuando el Gobierno presenta el libro blanco de su comisión de personas partidaria­s de subir impuestos y dice que no lo van a aplicar porque la situación no lo permite, están reconocien­do que ese hachazo fiscal haría daño a la economía y a la gente. Entonces, ni con crisis ni sin ella. Dar un hachazo fiscal a Madrid y a toda España se ha convertido en una obsesión. Quieren dar el hachazo en media España para que no se note que el socialismo ha fracasado. Lo que proponen es prohibirno­s hacer una política liberal y no vamos a admitirlo. –¿No es ese el pacto con ERC?

–Para el independen­tismo catalán, es importante porque un hachazo a Madrid perjudica a la economía española. Pero es una cuestión de Pedro Sánchez, que no está dispuesto a que subsistan ejemplos vivos de que una política de impuestos bajos beneficia a la gente. El hachazo con el que amenazan significa que por una herencia media se pasaría de pagar 22,6 euros a 2.260 euros. Eso no es para que las grandes fortunas paguen más, sino que es ir contra la gente que trabaja y madruga.

–En teoría, en un mundo estático, las regiones recaudaría­n más.

–Como los socialista­s no creen en la economía de mercado, piensan que es estática. El problema es que con las subidas de impuestos se deprime la actividad económica. La prueba es que en la Comunidad de Madrid ha habido cinco bajadas de impuestos. En las cuatro anteriores se bajó el impuesto de la renta y aumentó la recaudació­n. En 2018, con la bajada de medio punto en el tramo autonómico del IRPF, la recaudació­n subió en 946 millones. En 2015, fueron 573 millones. Es perfectame­nte posible que si nos dan ese hachazo baje la recaudació­n. En Madrid hay siete puntos menos de economía sumergida que la media nacional. Antes de la bonificaci­ón del impuesto de sucesiones y donaciones se declaraban 4.000 donaciones al año en Madrid. Ahora, cerca de 60.000. Esa es la diferencia entre hacerlo en negro a hacerlo como es debido. –¿Tiene relación ese interés por «descentral­izar» España con la confirmaci­ón del sorpasso de Madrid a Cataluña como primera economía nacional?

–Seat acaba de anunciar que su gigafactor­ía se instalará en Sagunto. Si estuviera en el Gobierno de Cataluña me plantearía qué estamos haciendo tan mal para que se vayan tantas industrias. –¿Hasta qué punto es anticonsti­tucional tratar de restar autonomía fiscal a las regiones?

–Es radicalmen­te anticonsti­tucional. El Gobierno lo sabe. –¿Necesita el quórum de las regiones o lo harán por las bravas?

–Ya hemos visto a este Gobierno suspender derechos constituci­onales, pero en la medida de que en La Moncloa escuche el rugido de los españoles contra el hachazo es más posible que se lo piensen. Porque un hachazo les haría perder votos en toda España.

–Con esta reforma laboral, Díaz destaca la mayor contrataci­ón fija, pero pasa de soslayo por la caída en la creación de empleo. ¿Cómo afecta a Madrid?

–De lo que menos debe presumir el Gobierno es de que haya más contratos fijos porque ha prohibido el resto de los contratos. Lo que hay que ver es cuánta gente está realmente trabajando en abril, no en ERTE, porque la anti-reforma laboral entra en vigor plenamente el 31 de marzo. Me temo que lo que va a haber es destrucció­n de empleo. En Madrid los datos van bien. Hemos recuperado el empleo previo a la pandemia. Pero toda la rigidez introducid­a más el alza de un 30% del SMI en tres años con dos crisis sucesivas es temeraria. –¿Cómo incide el paro del transporte a los ERTE en Madrid?

–Teníamos en febrero 21.470 trabajador­es en ERTE, pero está aumentando en marzo de forma apreciable.

Entre la energía, la inflación y la atención a refugiados gastamos más de 1.000 millones extra

La rigidez generada por la anti-reforma laboral más el alza un 30% del SMI con dos crisis es temeraria

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FernándezL­asquetty en una sala de la Asamblea de la Comunidad de Madrid
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CIPRIANO PASTRANO

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