Efusión y brillo relativos
Obras de Mozart y Mendelssohn. Violín: Daniel Lozakovich. Directora: Anja Bilhmaier. Temporada Orquesta Nacional. Auditorio Nacional. Madrid, 9-IV-2021.
Menuda, ágil, nerviosa, entusiasta, dispuesta, juguetona. Así es y así se presenta la directora alemana Anja Bilhmaier, próxima titular de la histórica Orquesta de la Residencia de la Haya. Sustituía en esta ocasión al anunciado y muy veterano Christof Eschenbach, al parecer indispuesto. Lo ha hecho con un manejo de batuta diligente, aunque no siempre del todo precisa y solo parcialmente acertada en la conjunción, concepción y realización ante una orquesta que ha rendido bien, con ese orgánico ya habitual en estas fechas pandémicas. La obertura de «Las bodas de Fígaro» de Mozart sonó aceptablemente, pero algo gruesa de trazo, escasamente airosa. Luego, en el acompañamiento al violinista, tras unos primeros compases en los que la conjunción entre el «tutti» y el solista fue solo relativa, todo fue encontrando su sitio y el jovencísimo sueco Lozakovich (2001) pudo desplegar su sonido fino, no muy potente, y un fraseo bien dibujado, con tendencia al empleo de un «rubato» un tanto caprichoso. Cantó bien el «Andante» y se mostró ágil, con un «spiccato» excelente en el «Finale». Bilhmaier no acabó de rematar como se debe y se espera la «Sinfonía Júpiter», la «nº 41» de Mozart, una obra de muy difícil encaje. Brilló la cuerda de chelos en la enunciación del tema base del segundo movimiento y se siguieron diálogos bien impostados, un poco a ras de suelo. Se bailó bien el «Menuetto», con trío adecuadamente fraseado y lírico, y desigual, no bien planificado, el espinoso y complejo «Allegro».