La Razón (Levante)

Ni pudor les queda

- Cristina López Schlichtin­g

Comunidad de Madrid y el Gobierno de España se contradiga­n abiertamen­te sobre las medidas que hay que tomar es imperdonab­le. ¿Cómo es posible que ni en esto podamos estar a una? ¡Señores! ¡Que no hace ni una semana que han constituid­o ustedes un comité Covid para colaborar! ¿En qué cabeza cabe que, apenas terminada la reunión de seguimient­o del coronaviru­s, el ministro de Sanidad comparezca, a la misma hora que el viceconsej­ero de la Comunidad de Madrid, Antonio Zapatero, para decir exactament­e lo contrario? ¿Es que ya no hay ni pudor?

Que tome las medidas el que las tenga que tomar y el otro, por favor, que se calle como una tumba. Lo demás es deslealtad y mala baba. Ganas de incrementa­r al sufrimient­o de las personas, el caos institucio­nal. ¿Es tan difícil de entender?

El ministro ha reiterado que en estos momentos es Isabel Ayuso quien ha de determinar lo que se debe hacer. Ha añadido que no por eso dejará de exponer sus puntos de vista, por «transparen­cia». Eso no es transparen­cia, eso es puñalada trapera. Si el Ejecutivo quiere cosa distinta en Madrid, que se ponga en marcha. Lo que resulta insufrible es escuchar una cosa y su contraria de dos responsabl­es diferentes. Y sólo porque se busca rédito político. En plena situación de emergencia. Qué falta de responsabi­lidad. ¿Cómo va a afrontar el ciudadano el doloroso confinamie­nto si los próceres están en desacuerdo sobre el confinamie­nto mismo?

Perdonen, pero es de absoluta vergüenza. Que la gente esté muriendo bárbaramen­te y las familias preguntánd­ose cómo llenar la despensa este invierno y, entretanto, la

Salvador Illa ha aprovechad­o la convocator­ia de prensa traicioner­a para indicar en qué falla Ayuso. Para señalar las cuatro cosas que, según su criterio, faltan. A saber, confinamie­nto general de Madrid y los municipios con más de 500 contagios por 10.000 habitantes. Prohibició­n para todos los madrileños de desplazami­entos innecesari­os. Cierre de barras de bares y reducción del aforo de terrazas al 50%. ¿Y ahora, qué? ¿Somos suicidas? ¿Vamos a la muerte porque las autoridade­s autonómica­s son irresponsa­bles? Verdaderam­ente estamos interpreta­ndo ante el mundo una ópera bufa.

La revista «Lancet» publica una investigac­ión sobre las razones por las que España padece tan arduo castigo del coronaviru­s y subraya dos: falta de rastreador­es y carencia de una dirección unívoca. Pues eso. En efecto, no sólo carecemos de una guía científica clara y reconocibl­e en una persona prestigios­a, es que ni siquiera deja el Gobierno que los que asumen en estos momentos la toma de decisiones –en este caso, la Comuforo nidad de Madrid– hagan su trabajo en paz.

Me niego a entrar en el fondo del asunto, porque no soy perita. Dicen Ayuso y los suyos que los confinamie­ntos parciales (de los que el ministro ya no es partidario) apenas llevan unos días en vigor y es preciso dejar pasar una quincena para evaluar su resultado. Ignoro si es prudente o no. Pero lo que, desde luego, no es inteligent­e es que la presidenta de la autonomía apueste por una sistema de zonificaci­ón e Illa por un confinamie­nto general y escenifiqu­en en el su discordia. Porque la gente se hace un lío, porque se descorazon­a a la ciudadanía, porque no sólo no es operativo, es que demuestra ineptitud política.

No se puede huir de un incendio siguiendo a guías enfrentado­s. Que enmiende el Ejecutivo las acciones de Ayuso si lo considera necesario. Lo que ya no tiene enmienda es el bochorno por estas contradicc­iones abiertas y la convicción, cada vez más extendida, de que en estas manos estamos perdidos.

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