La Razón (Cataluña)

Cinco millones para vivir en el castillo de «Sissi»

El edificio fue renovado en 1986 y cuenta con tres habitacion­es y acceso privado al lago de Starnberg

- Elena Barrios.

Con el pelo largo sobre su espalda y al galope, llega «Sissi» al castillo familiarde­Possenhoff­en. Esa es la primera imagen de una jovencísim­a Romy Schneider, que entonces tenía 16 años, dando vida en la gran pantalla a la emperatriz Isabel de Austria, más conocida como «Sissi», en la obra homónima de Ernst Marischka (1955). La película lograba desbancar en la taquilla a «Lo que el viento se llevó», por lo que viendo el fenómeno Marischka rodó dos obras más (en 1956 y 1957).

La que sería esposa del emperador Francisco José I siempre fue una apasionada de la natualeza y de los animales y le encantaba estar en este castillo que ella llamaba Possi. Un lugar que le resultó sumamente difícil de abandonar cuando contrajo matrimonio en 1854. Un histórico edificio que ahora, tras cumplirse 124 años del fallecimie­nto de la emperatriz, se ha puesto a la venta.

Segundo piso

Un lugar que, aunque pudiera parecer inaccesibl­e, no lo es. Los fanáticos de la emperatriz de Austria podrán acceder a los apartament­os de la familia del duque de Baviera. La agencia inmobiliar­ia Riedel vende el segundo piso de la propiedad, a veces llamado primer piso según los estándares culturales vigentes en algunos países. Un apartament­o de 270 metros cuadrados que se oferta por 5,2 millones de euros.

A principios de los años 80, el castillo de Possenhoff­en, catalogado como Patrimonio de la Humanidad, pasó a manos privadas. Se dividió en varias viviendas que se reformaron por completo. Los propietari­os comparten los cuatro apartament­os ubicados dentro de la residencia. Uno de ellos, aquel en el que la emperatriz Isabel de Baviera pasó su infancia, rodeada de su padre, el duque Maximilian­o de Baviera y su madre Ludovica, así de toda su familia, está íntegramen­te disponible. La vivienda consta de salón, tres dormitorio­s, tres baños, una moderna cocina equipada con electrodom­ésticos deúltimage­neración,dosbalcone­s y tres plazas de garaje.

Vistas al lago

«Magnífico primer piso con vista al lago, buhardilla incluida», reza el anuncio de la inmobiliar­ia. Si los cuatro metros de altura de los techos, la chimenea y los techos de estuco y el suelo de parquet no son suficiente­s para que el anuncio le interese, sí lo será el salón que ofrece vistas panorámica­s al parque, los Alpes y el lago Starnberg, así como la amplitud de la buhardilla, de 250 metros cuadrados. El último privilegio que otorga la vivienda es que solo los residentes del castillo pueden pasear por el parque Possenhoff­en, donde «Sissi» galopaba a caballo.

El castillo de verano de Possenhoff­en fue construido en 1536 por Guillermo IV de Baviera. Los sucesivos propietari­os realizaron algunos cambios y mejoras en los planos originales, transforma­ndo la residencia en un palacio compuesto por dos edificios adyacentes, cuatro torres y una capilla. En 1834, el duque Maximilian­o de Baviera y su esposa adquiriero­n la propiedad, cerca del bosque en el que al duque le encantaba cazar. Possenhoff­en sería su residencia de verano. La familia solía pasar el invierno en Múnich, y en verano acogía a los diez hijos del matrimonio en Possi. Allí se celebraban partidas de caza, carreras de caballo, y jornadas de pesca. Cuando Isabel de Wittelsbac­h, verdadero nombre de «Sissi», contrajo matrimonio con Francisco

José I no podía evitar añorar la casa en la que había pasado su infancia. Volvería allí muchas veces durante su vida para disfrutar de breves estancias junto a su familia. Abandonada por los herederos de Wittelsbac­h en los años 20, la propiedad se deterioró hasta el punto de que no se pudieron rodar allí las escenas bávaras de la trilogía de «Sissi». Se eligió entonces el castillo de Fuschl.

En 1940, el duque heredero Luitpold Emanuel de Baviera tomó la decisión de desprender­se del castillo de Possenhoff­en, que durante laSegundaG­uerraMundi­al seconvirti­ó en hospital militar de la Luftwaffe, hogar de niños y luego taller de reparación de motociclet­as. En 1981, un proyecto de renovación finalmente se hizo realidad gracias a propietari­os privados, pero la casa se transformó en apartament­os, por lo que ya no eran visibles para el público en general.

Si todo lo expuesto no le convence quizá sí lo haga «la conexión con el transporte público», «ideal», dice el anuncio inmobiliar­io. La estación de autobuses de Possenhofe­n está a ocho minutos a pie del castillo y a 35 minutos en tren desde la ciudad de Múnich. ¿Qué más se puede pedir?

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INSTAGRAM Fachada e interior del palacio de Possenhoff­en
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Sissi emperatriz

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