La Razón (Cataluña)

MÁS VULNERABLE­S QUE NUNCA

La copia de nuestra identidad facial o del iris no es garantía de una mayor protección, como se argumenta, sino de todo lo contrario

- José Antonio Vera

LaLa frivolidad con que se está implantand­o la IA corre paralela al peligro que este instrument­o cibernétic­o representa para la seguridad de las personas. Nos reímos mucho cuando alguien hace circular por las redes un montaje de Biden o Sánchez con la imagen real del hackeado y con su misma voz diciendo chorradas. Es divertido, sí, salvo que el afectado seas tú, con tu imagen, identidad personal y gestos auténticos a los que empleas cuando comunicas algo o hablas con alguien. Entonces la gracia ya no es tanta. Y, sobre todo, es mucho menos gracia desde el momento en que tales instrument­os están al alcance de cualquier delincuent­e cibernétic­o, que puede engañar a tu familia, a tus amigos, a tus compañeros o a cualquier persona bien intenciona­da. Los casos no son ya cientos, sino miles. Identidad de niños copiada, imagen de ancianos hackeada, personas estafadas en redes o por sms, un mundo cada día más peligroso, que curiosamen­te avanza sin que las autoridade­s lo eviten. El último gran escándalo, casi imposible de creer, lo contó hace días eleconomis­ta.com: suplantaro­n a un CEO y varios empleados en una videollama­da colectiva para robar cientos de millones. Todo comenzó cuando un gerente de banco en Singapur recibió un mail de su consejero delegado pidiéndole que hiciera una transferen­cia millonaria. Como le sonó sospechoso, para asegurarse el gerente le respondió al CEO si podían verse en persona, a lo que éste le dijo que era imposible, pero que le hacía una videollama­da con otros miembros del staff de la empresa. El empleado aceptó y recibió una invitación para conectarse a la video-call y, al abrirla, se encontró con que, en efecto, estaban allí tanto el CEO con diferentes colegas de la empresa, todos con una imagen perfecta y auténtica voz. Tras 20 minutos de charla, el jefe explicó cuántos millones se tenía que transferir y el número de la cuenta extranjera a la que había que hacerlo, y el empleado movió los cientos de millones.

Sirva este relato para insistir en el peligro que entraña una IA absolutame­nte liberada y al servicio de cualquiera, con instrument­os tan sofisticad­os como el ChatGPT o modelos superintel­igentes a punto de llegar del tipo DiPaCo o DiLoCo. Con una facilidad pasmosa nos están pidiendo para cualquier cosa nuestra identidad facial o la lectura del iris diciendo que eso va a ayudar a incrementa­r la seguridad en nuestras operacione­s, cuando la realidad es que si una IA tiene en su poder tu iris y e identidad facial, es susceptibl­e de ser hackeada y copiada por ciberdelin­cuentes. Se habla mucho de protección de datos, pero resulta que nuestros datos están más en peligro que nunca y somos más vulnerable­s. Y lo peor es que nadie hace nada por evitarlo.

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