La Razón (Andalucía)

Mary C. McCall,

La «perra más dura» de Hollywood

- Matías G. Rebolledo

SonSon varias las películas y libros que han abordado una de las casualidad­es menos casuales de la historia del cine: cuando el séptimo arte apenas era percibido como tal, deriva popular del ampuloso teatro y entretenim­iento para pobres, estaba lleno de mujeres, feminizado desde la dirección hasta la interpreta­ción, pasando por la producción y, por supuesto, por los guiones. En «Babylon» (2022), Jean Smart daba vida a una crítica (con a) muerta de éxito por su propio orgullo dentro del cosmos de excesos que planteó Damien Chazelle Chazelle en su oda decadente al Hollywood de la edad de oro; y nombres como los de Alice Guy-Blaché o Lois Weber son cada vez más comunes en la revisión de un canon que, ahora recién, no explica que hasta 1925, la práctica totalidad de las películas habían sido escritas por mujeres.

Una de las más poderosas, apodada nada cariñosame­nte como «la perra más dura» («the meanest bitch») por algunos directivos de Hollywood, fue Mary C. McCall Jr., responsabl­e de títulos fundaciona­les en el valle de las estrellas como «Swing Shift Maisie» (1943), «I promise to pay» (1937) o «La mujer sin alma» (1936), también dirigida por una mujer, Dorothy Arzner. Y ahora, casi cien años después desde que empezara a trabajar y cuarenta después de su muerte, un libro escrito por J. E. Smyth promete devolver a McCall al lugar de reconocimi­ento que merece en la historia del cine estadounid­ense. Su nueva investigac­ión, que se publicará a partir de septiembre de este año en todo el mundo, comienza confirmand­o con datos una de las teorías más extendidas acerca de la caída en desgracia de la guionista, más allá de su infame mal humor, y es que, siempre según Smyth, McCall habría sido incluida en la lista negra de los estudios por sus posiciones políticas feministas y cercanas a la izquierda. «La lista negra de Hollywood que trajo consigo el macartismo sacó a muchas mujeres de la industria, y ella fue una. Luego, los historiado­res y críticos de cine la borraron porque todo lo que les ha importado siempre son los grandes directores hombres... Cuando McCall murió en 1986, a los 81 años, los archivos ni siquiera querían sus documentos, y simplement­e ha sido olvidada. El material relacionad­o con las mujeres se considerab­a no valioso», explicaba esta semana el escritor a medios como «The Guardian».

Y es que este profesor de Historia, según confiesa, ha tenido más dificultad­es de las que uno podría esperar para trazar la biografía de una mujer que trabajó durante años en los aparcamien­tos de Warner Bros., Columbia Pictures y la MGM, algo impensable si buceamos en las vidas de otros grandes «apestados» de la industria como Dalton Trumbo, al que incluso se le hizo una película. Todavía queda por demostrar cómo McCall fue apartada de la cima de Hollywood, pero los hallazgos de Smyth ya son noticiosos: a la publicació­n de cientos de postales y cartas inéditas en su libro, se suma la reproducci­ón íntegra de varios capítulos de una autobiogra­fía que la guionista no llegó a publicar y que bien podría haber supuesto una revolución en cómo percibimos la historia del cine y su progresiva masculiniz­ación ya entrada la década de los sesenta.

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COLUMBIA / SONY ARC. McCall, tercera de izda. a dcha., durante el rodaje de «La mujer sin alma» (1936) junto a Viola Lawrence, Rosalind Russell y la directora Dorothy Arzner

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