La Razón (1ª Edición)

¡Todas pecamos contigo, Bego!

- Diario de un viejo que le grita al televisor Jesús Amilibia

Los exabruptos de los políticos («¡A la mierda todos!», gritó la Yoli) acaban creando escuela, moda y estilo. No es tan solo que nos vamos a la mierda más o menos todos: además la mierda acaba enterrando el sentido del humor. Vivimos la infantiliz­ación de la sociedad: los niños se ríen con caca, culo y pis, pero aún no captan el sarcasmo. Maruja Torres, pizpireta y jocosa compañera de toda la vida, ha hecho una coña marinera en la Ser o no Ser, en el programa de la Barceló. Dijo: «Esto que sigue es una confesión muy seria. Yo también he prevaricad­o con doña Begoña Gómez. He de deciros que tuvimos un lío. Qué digo un lío. Un affaire, una pasión, una locura, un incesto. Doña Begoña es muy señora y se limitó a jar las reglas: pecaríamos en la parte posterior del Falcon, o si estaba ocupada, en la zona de equipajes».

Bueno, pues muchos o muchas se lo tomaron en serio y la arrastraro­n del moño en las redes. En estos tiempos del imperio de la literalida­d, donde conviene explicar todos los días lo obvio, acabaremos por añadir a la coña, al chiste o la ironía un epílogo explicativ­o o una aclaración entre paréntesis: es broma, disculpen. Si es verdad que la potencia intelectua­l de un hombre se mide por la dosis de humor que es capaz de utilizar, como dijo Nietzsche, parece claro que estamos en plena involución. El chiste, como el «acto fallido», es una manifestac­ión del inconscien­te, según Freud. Bueno, en el caso de Maruja, más que un acto fallido fue un acto follado. Es broma, disculpen.

Este bufón está contigo, Maruja. Además, te cabe el honor de haber dado la pancarta casi hecha a las próximas manifestac­iones pro Begoña: «Todas pecamos contigo, Bego». Y además vale para camisetas.

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