La Razón (1ª Edición)

España, ¿fuerte en Europa?

Una cierta concertaci­ón permitiría a España una posición fuerte

- Gerardo Galeote

El pasado n de semana se celebraron elecciones en la Unión Europea. La participac­ión fue baja (como siempre), alguna extravagan­cia (como siempre, en España con la aparición de Alvise) y los resultados fueron similares a los de hace 5 años, sin que se produjera la «avalancha de la extrema derecha» con que nos amenazaban los portavoces del gobierno. De hecho, en la propia noche del domingo, el Partido Popular Europeo llamó a la renovación del consenso fundaciona­l de la Unión Europea con socialista­s y liberales, que inmediatam­ente aceptaron.

Hay que tener en cuenta que no sólo es un precedente histórico (la fundación y el proceso de integració­n europea se basa en el acuerdo entre las grandes familias políticas de Europa), sino también a un imperativo práctico, y es que la participac­ión del Parlamento Europeo en el proceso legislativ­o exige, en ciertos casos, mayorías cuali cadas que hasta el momento sólo son posibles con el concurso de populares, socialista­s y liberales.

Es cierto que en dos grandesest­adosmiembr­os, Italia y sobre todo en Francia, ganaron partidos de derecha más extremista­s, pero ello no altera sustancial­mente el equilibrio interno de la Unión. Además, en el caso de Italia, la jefa de gobierno, Georgia Meloni, ha comprometi­do explícitam­ente su lealtad a la Unión Europea. Sus homólogos, incluyendo el español, la aceptan como una más del club y su influencia es cada día mayor en los conciertos internos.

En conclusión, el procedimie­nto para decidir a los protagonis­tas de las grandes decisiones de Europa en los próximos años es el habitual (de hecho, el debate informal empieza este n de semana en la cumbre del G 7 en Italia, y sigue el lunes con la cena informal de jefes de gobierno en Bruselas). Es decir, el eje franco alemán procura ponerse de acuerdo sobre lo esencial, hablan los «grandes» y se debaten y deciden los candidatos entre los jefes de gobierno para que los vote el Parlamente Europeo (Comisión Europea y, naturalmen­te, presidenci­a de la Eurocámara).

¿Cómo se presenta España ante esas decisiones?

Es evidente la debilidad de nuestro gobierno (de sobra conocida es, dentro y fuera de España, la pérdida de apoyo popular, la precarieda­d parlamenta­ria, la crisis política de la coalición de gobierno y las circunstan­cias judiciales que afectan a personas muy allegadas a su presidente). Pero los malos resultados cosechados por sus homólogos hacen que, pese a su derrota en España, los socialista­s españoles vayan a tener protagonis­mo en el debate.

El PP, pese a no gobernar en España, gracias a su victoria electoral, ha incrementa­do muy sustancial­mente su ascendenci­a dentro del grupo mayoritari­o del Parlamento, lo que le permitirá tener una gran inŸuencia en las decisiones que adopte el PPE.

Por lo tanto, una cierta concertaci­ón permitiría a España asumir una posición fuerte ante una legislatur­a en la que se deben adoptar medidas de amplio calado económico, como la recuperaci­ón de la senda de déficit contenido, la asunción de los costes derivados del pacto verde, la deuda del fondo de recuperaci­ón, o el incremento del gasto en defensa, por citar algunos ejemplos, y sin mencionar los extraordin­arios derivados de los conŸictos militares abiertos en Ucrania o Gaza.

Quizás sea ingenuo decirlo, pero no siempre ha habido una absoluta falta de informació­n del gobierno al principal partido de la oposición sobre política internacio­nal y especialme­nte europea, incluso en un tiempo se acordaba la entrada de personas del otro partido en los gabinetes de las personalid­ades españolas que asumían cargos de responsabi­lidad en la estructura comunitari­a. ¿Qué toca decidir en estos momentos? La Presidenci­a del Parlamento Europeo, que por ser la fuerza más votada, correspond­e al Partido Popular Europeo (probableme­nte recaiga en quien ahora ostenta el cargo, la maltesa Roberta Metsola). Pero es tradición que la segunda mitad del mandato lo asuma el segundo grupo en número de escaños, por lo que un miembro de la delegación socialista española podría perfectame­nte aspirar a su elección.

La Presidenci­a de la Comisión Europea, clave en el gobierno comunitari­o, que con casi toda probabilid­ad recaerá en su actual presidenta, Ursula Von der Leyen, que «encabezó» la lista del PPE. Pero España podría aspirar a obtener una cartera relevante en la Comisión Europea. Pues bien, no parece que haya existido comunicaci­ón alguna al respecto entre gobierno y oposición, al menos que se sepa, sino que por el contrario, insólitame­nte, la candidata declarada para asumir esta función, la Vicepresid­enta del Gobierno, Teresa Ribera, no ha dejado de insultar durante la campaña electoral, e incluso después, a los partidos cuyos miembros le tienen que votar en el Parlamento Europeo para que pueda llegar a ocupar ese cargo. No sería de extrañar que recibiera algún susto...

El Alto Representa­nte para la Política Exterior es reclamada por los liberales, a pesar de su fuerte bajón electoral, pudiendo recaer en un francés o en la jefa del gobierno de Estonia, Kaja Kallas. El Presidente del Consejo Europeo, que reúne a los jefes de gobierno, debiera ser socialista, postulándo­se el dimitido portugués, Antonio Costa, pero España tendría opciones si se lo planteara ... ¡anímese, Sr. Sánchez!

Gerardo Galeote. Exeurodipu­tado

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