Pobres criaturas racionales
YaYa en 1799 advirtió Goya en sus Caprichos de que el sueño de la razón producía monstruos. La Ilustración dio pie a varios de ellos, que suelen estar interco-nectados, interco-nectados, desde el socialismo hasta el cien-tismo. cien-tismo. La fatal arrogancia que lleva al doctor Frankenstein a fabricar una criatura racional con cadáveres humanos queda reejada en el título del libro de Mary Shelley: «el moderno
Prometeo». Esa ambición desmedida por crear seres vivos nuevos mediante la razón era antes señalada con cautela, por los peligros que acarreaba. acarreaba. Pero ya no, como se ve en la película Poor things, del director Yorgos Lanthimos, con guion de Tony McNamara, basado en la novela de Alasdair Gray.
La historia, magníficamente interpretada por Emma Stone y William Dafoe, junto a otros actores excelentes, parece un reejo de la de Shelley. Stone encarna a Bella Baxter, nacida en un laboratorio de la Inglaterra victoriana, gracias a un experimento del cientíco Godwin Baxter (Dafoe), un hombre torturado de niño por un padre también ambicioso cientíco, cuyo jardín está poblado de extraños animales animales combinados, señal de que ha probado con bichos antes de lanzarse al experimento de colocar el cerebro de una niña en el cadáver de su madre.
No por casualidad, como apuntó Jacob Bruggeman en Law & Liberty, el nombre del cientíco es el apellido de William Godwin, el padre de Mary Shelley, y un destacado pensador del siglo XVIII que sostenía la hipótesis hipótesis de la indenida perfectibilidad del mundo gracias a las capacidades de la razón humana.
Igual que el monstruo de Frankenstein, Bella se lanza recorrer el mundo en lo que ha sido llamada una aventura de autoconocimiento y liberación sexual, y que en realidad es un autoengaño autoengaño incesante y una prostitución, que no cabe identicar con sabiduría y sexo. Acertaron las críticas que recoge Bruggeman y que se preguntaron preguntaron si eso era en verdad lo mejor que se puede hacer por la sexualidad femenina en la pantalla, y si la película no era una obra de arte feminista sino una fantasía sexual machista y ofensiva.
El monstruo de Frankenstein al nal se inmola. inmola. Aquí, tras supuestamente haber desaado desaado las convenciones de la época, llegando a robar dinero para resolver la pobreza dándoles dinero a los pobres, ocupa el lugar del cientíco. cientíco. Y los sueños de la razón siguen produciendo monstruos, pero ahora ridículos. Pobres criaturas criaturas racionales.