La Razón (1ª Edición)

¿Alternativ­a?

- María José Navarro

ApartirApa­rtir del lunes, «Ni que fuéramos», el programa de los despedidos de Mediaset que formaban parte de «Sálvame», iniciará sus emisiones en Ten. Su llegada a la TDT tendrá como protagonis­ta a la gran enemiga del formato, la repor-tera repor-tera Marta Riesco, despedida de Tele5 por no saber discernir entre su personaje y su trabajo. Hasta ahora, la nueva producción de Fa-bricantes Fa-bricantes Studio, ha hecho bastan-te bastan-te ruido, a pesar de que su emisión se ofertaba únicamente a través de redes y del canal Quickie de Youtu-be. Youtu-be. De momento, han conseguido más de ciento treinta y cinco mil suscriptor­es, cifra que pretenden seguir aumentando. La fórmula es sencilla: basta con exprimir cada tarde a sus colaborado­res. Lo que interesa no es la crónica social de este país, nada de eso; es la perso-nalidad perso-nalidad de sus integrante­s la que mueve «Ni que fuéramos». Con una producción claramente barata (con medios escasos, en un plató peque-ño peque-ño y mal iluminado) el producto se sostiene gracias a la caricatura indi-simulada indi-simulada que los colaborado­res realizan de sí mismos, de la prensa del corazón y del ataque sistemáti-co sistemáti-co a Mediaset y a todo lo que repre-senta repre-senta y conlleva. Ni siquiera es ana-lizable ana-lizable el contenido: se trata de un disparate que trata de aparentar un aspecto televisivo; una sucesión de episodios absurdos, de momentos locos; un vodevil extremo, una as-tracanada as-tracanada deliciosa salpimenta­da por genialidad­es que llegan a pro-vocar pro-vocar ternura. «Ni que fuéramos» es el azote de los antiguos jefes, de los compañeros que no se han su-bido su-bido al carro, de los que no defen-dieron defen-dieron numantinam­ente la plaza asediada. Las reglas son inexisten-tes inexisten-tes y se permite entrar en el barro sin miramiento­s. Esa es la apuesta de Fabricante­s Studio, profesiona-les profesiona-les de una larga experienci­a televi-siva televi-siva y muy fructífera a los que pare-cía pare-cía haber llegado el ocaso por falta de posibilida­des para su arriesgada apuesta. De momento, con esas cifras, se pueden mantener Dios sabe cuánto tiempo. Dependerá de los anunciante­s que se acerquen (a los que están buscando con men-sajes men-sajes directos), de la •delidad y de la paciencia para comprobar si esta es, de verdad, la nueva televisión.

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