La Razón (1ª Edición)

Miedo a hablar de Sánchez

- Eduardo Inda

Sánchez tiene una miaja de razón cuando advierte que Franco sigue vivo. Le basta con mirarse al espejo

UnaUna de las peores herencias del franquismo, que entronca con el caciquismo, fue el asenta-miento asenta-miento en el ADN de los espa-ñoles espa-ñoles de un respeto reverencia­l al poder que perdura a día de hoy. Nadie osaba decir nada malo del autodenomi­nado «Cau-dillo «Cau-dillo de España por la gracia de Dios». Solo se podía hablar bien. Hacer lo contrario se pagaba con la cárcel. El respeto reverencia­l a Franco, a «Doña Carmen», que es como servilment­e llamaban los medios a la mujer del dictador, y a Carmencita era total. Todo lo hacían bien. Los baños de masas en esos veranos donostiarr­as de Azor y Ayete nada tenían que envidiar a los de Kim Jong-un. Eran los más altos del mundo, pese a no ser precisamen­te ninguno Pau Gasol, los más guapos, aunque evidenteme­nte no hu-bieran hu-bieran ganado ni Mister ni Miss Universo, y los más listos del orbe. La unanimidad, ‡ngida o no, era total. Afortunada­mente, muchas cosas han cambiado desde la reinstaura­ción de la de-mocracia. de-mocracia. Hay elecciones democrátic­as, liber-tad liber-tad de movimiento­s, expresión y asociación, separación de poderes –menguante, eso sí– y un Estado de Derecho que de momento aguan-ta aguan-ta las embestidas del autócrata. Lo que no solo no ha desapareci­do sino que permanece prácti-camente prácti-camente intacto es el pánico cerval al vértice de la pirámide ejecutiva. A Don Felipe no le hace falta meter miedo en el cuerpo al personal para ganarse el respeto porque atesora carisma en cantidades industrial­es. Ese hombre enamorado enamorado que es Sánchez ha elevado a la enésima potencia potencia una tradición que se mantuvo incólume con González, Aznar y en menor medida con Zapatero y Rajoy. El socio y marido de Begoña Gómez se comporta como un matoncete pero, aunque fuera el tío más simpático del mundo, modelo ZP, que no lo es, daría igual porque todos le reverencia­rían como si de Jesucristo redivivo se tratara. Esta reƒexión viene a cuento del canguelo que ha sobrevenid­o a buena parte de los medios, comprados o no, a cuenta de las fechorías de la mujer de Romeo Sánchez. Muchos Muchos han callado sistemátic­amente y solo han hablado remando a favor de obra cuando, en medio del secreto del sumario, Marlaska ‡ltró al diario gubernamen­tal El País un informe de la UCO tan preliminar como sesgado que no aprecia delito alguno. Lo cual es sencillame­nte de coña porque hay partido, ya se lo digo yo. El culmen de la sumisión miedica al poder llegó el jueves antepasado cuando Okdiario desveló en rigurosa primicia la condición de «investigad­a» de Julieta Gómez, lo que toda la vida de Dios se dio en llamar «imputada». Nos limitamos a leer lo que apuntaban literalmen­te una diligencia diligencia y una providenci­a del juez instructor, Juan Carlos Peinado, que llegaron a nuestras manos. Leguleyos de mierda nos negaron la mayor y la inmensa mayoría de la profesión calló como putos. El miércoles se levantó el secreto del sumario certi‡cándose, más allá de toda duda razonable, que la interfecta ostenta la condición de «investigad­a» desde antes incluso incluso de esa otra farsa que fue el acueducto de reƒexión de su maridito. Ya todos entraron en la polémica, muchos de ellos cumpliendo con la deontológi­ca obligación de citar a Okdiario, con una ominosa excepción que con‡rma la regla: regla: El País, que no dio una sola línea en portada ni en páginas interiores. Con un par. Claro que en este caso se trató de un pavor diferente: el pavor a perder el maná de decenas de millones públicos que evitan el default práctico de una empresa en default técnico. Sánchez tiene una miaja de razón cuando advierte que Franco sigue vivo. Le basta con mirarse al espejo.

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