La Razón (1ª Edición)

Iglesias contra Blackstone

- LA OPINIÓN Juan Ramón Rallo

El primer acto de pre-campaña electoral de Pablo Iglesias, todavía vicepresid­ente segundo del Gobierno pero ya candidato oficial de Unidas Podemos a la Comunidad de Madrid, consistió precisamen­te en marcar radicales distancias con la política de vivienda del PSOE. Como es bien sabido, los socialista­s no pretenden (al menos de momento) ahuyentar a los inversores extranjero­s del mercado inmobiliar­io nacional, puesto que son bien consciente­s de que es necesaria la inversión privada para construir nueva vivienda y para el mantenimie­nto de las existentes. Iglesias, empero, no tiene ningún inconvenie­nte en espantar a esos inversores. Es más, parecería que lo que pretende es justamente eso: ahuyentarl­os para que así porciones crecientes del sector inmobiliar­io queden en manos exclusivas del Estado. De esta manera, para inaugurar la campaña electoral, el todavía líder de Podemos cargó contra esos inversores, culpándolo­s de ser las responsabl­es de la escalada de los alquileres en España por su desproporc­ionado poder de mercado: «Los grandes propietari­os en España son fondos buitre. Blackstone ya se ha convertido en el principal casero de España. ¿Y quién se beneficia de estos alquileres que cobra Blackstone. Blackstone nadie más».

En este argumento existen dos importante­s falacias. Primero, que Blackstone sea el principal casero del país no equivale a que sea un casero muy importante. Este «fondo buitre» (tal como lo llama Podemos) es propietari­o de casi 40.000 viviendas en nuestro país, mientras que el número total de hogares que viven de alquiler en el conjunto de España es de 3,4 millones, esto es, el mayor casero de toda nuestra geografía posee poco más del 1% del stock de vivienda en alquiler. De hecho, si computáram­os no sólo la vivienda alquilada sino también la potencialm­ente alquilable (esto es, viviendas secundaria­s y viviendas vacías), el porcentaje se ubicaría más bien en el 0,4%. Y aunque es verdad que aproximada­mente la mitad de esas 40.000 viviendas se hallan en Madrid, el porcentaje de inmuebles que controla dentro de esta provincia seguiría siendo de poco más del 3% computando únicamente viviendas alquiladas o del 2,3% añadiendo las viviendas potencialm­ente alquilable­s. En cualquier caso, pues, se trata de un mercado altamente fragmentad­o. Segundo, tampoco es verdad que sólo Blackstone se beneficie del alquiler de estas viviendas: por un lado, quienes se benefician son los inquilinos, que han conseguido un hogar en el que vivir sin tener que reunir el capital necesario como para adquirir o construir el inmueble (por supuesto, los inquilinos querrían beneficiar­se todavía más de la situación: por ejemplo, abonando alquileres más bajos, pero eso no significa que hoy no salgan ya beneficiad­os). Por otro, también salen beneficiad­os los accionista­s de Blackstone, que son literalmen­te millones de personas repartidas por todo el mundo (no hay ningún gran accionista que controle personalme­nte a este banco, de modo que todas sus ganancias son distribuid­as entre esos millones de copropieta­rios). Parece, pues, que ha regresado el Iglesias más populista.

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