Fabricando vacunas a toda velocidad
Con la demanda de inyecciones disparada, Biontech se apresura a aumentar la capacidad de producción de ARNm
En las afueras de Marburg, una pequeña ciudad universitaria de Alemania, un pequeño grupo de trabajadores de Biontech, farmacéutica que elabora una vacuna contra el coronavirus, se arremolinaba ansioso en torno a una mesa de laboratorio de sala muy limpia, el pasado el 9 de febrero, mientras una cadena de reacciones químicas se iba desarrollando en silencio en el interior de un enorme recipiente de biorreacción. Era el momento de la verdad para la nueva fábrica de la compañía, que se ha tenido que adaptar rápidamente para producir 750 millones de dosis al año de uno de los productos más codiciados del mundo: el ingrediente activo de la vacuna de ARN mensajero que comercializa Biontech y su socio Pfizer. La demanda de la vacuna, creada inicialmente por Biontech, ha sido tan masiva que las instalaciones de producción del consorcio, la planta de ARNm de Biontech en Mainz (Alemania), tres fábricas de Pfizer en los Estados Unidos, las instalaciones de otros socios de producción en toda Europa y el centro de formulación y llenado de viales de Pfizer en Bélgica, no son suficientes para satisfacerla. Así que, la compañía alemana se ha pasado cinco meses frenéticos haciendo trámites, formando a los trabajadores y renovando las instalaciones de Marburg para que estén listas para producir más ARNm. Sería un éxito poder vacunar a unos 375 millones de personas más al año y ayudar a controlar la pandemia. Pero si hubiera algún contratiempo, los socios podrían tener que revisar su objetivo de producir 2.000 millones de vacunas este año, dejando a muchos países sin el ansiado fármaco.
Un problema político
La escasez de vacunas se ha convertido en un problema político en la sede europea de Biontech. «Muchos ciudadanos van a tener que tener paciencia en esta fase tan complicada de la pandemia», afirma el ministro de Sanidad alemán, Jens Spahn. «Las dosis de las vacunas están contadas». Algunos de los compañeros de Spahn en el parlamento han sugerido que los fabricantes de medicamentos deberían reconvertir otras líneas de producción para aumentar el suministro de vacunas, pero el largo camino que va desde la fase de planificación hasta la producción en Marburg demuestra que esa vía no es tan sencilla. Meses antes de que Biontech empezara a derribar las paredes de las instalaciones el pasado otoño, tuvo que aprovisionarse de una serie de componentes que no suelen constar en la lista habitual de suministros de los fabricantes de medicamentos. Entre ellos, se incluía una bomba de alta presión utilizada para mezclar el ARNm con los lípidos grasos, que pueden tardar hasta seis meses en obtenerse porque solo se producen por encargo. Los lípidos en sí son otro material que rara vez se emplea en el sector y que resulta difícil de producir de forma repentina en grandes cantidades. Sin embargo, estas partículas son esenciales para el proceso: Encapsulan el ARNm, asegurando que no se descomponga en el cuerpo. Sierk Poetting, director financiero y de operaciones de Biontech, afirma que encargó todo lo que pudo en marzo pasado, más o menos cuando Biontech y Pfizer firmaron su acuerdo de desarrollo.
Codificar instrucciones
Cuando Biontech empezó a trabajar en el nuevo coronavirus hace algo más de un año, apenas se habían producido algunas vacunas de ARNm para unas pocas personas en estudios médicos. A diferencia de las inoculaciones convencionales, que introducen en el organismo un virus muerto o debilitado, las inyecciones de ARNm codifican instrucciones para que el propio organismo produzca una copia inofensiva de una porción clave del virus, convirtiendo básicamente al cuerpo en su propia fábrica de vacunas.
Poetting empezó a plantearse dónde fabricar la vacuna en abril, mientras los investigadores de Biontech y Pfizer trabajaban en el desarrollo. Comenzó ampliando la línea de producción existente en la sede de Biontech en Mainz, pero sabía que se necesitaría más espacio si la vacuna era eficaz.
En verano, mientras Europa salía de la primera oleada de la pandemia, Poetting se enteró de que su antigua empresa, Novartis, podría estar dispuesta a vender su fábrica de Marburg. Tras evaluarlo brevemente, se dio cuenta de que le había tocado la lotería.
Sería un éxito poder vacunar a unos 375 millones de personas más al año y ayudar a controlar la pandemia
Este centro, que en su día se utilizó para producir vacunas contra la rabia, la gripe porcina y el tétanos, contaba con 300 trabajadores formados para fabricar complejos medicamentos biológicos. Además, contaba con dos biorreactores, recipientes de tamaño industrial para la elaboración de materiales farmacéuticos. Aunque fuera necesario adaptar las instalaciones, seguiría siendo mucho más fácil que empezar de cero. En septiembre, con una inyección de 375 millones de euros del Gobierno alemán, Biontech anunció el acuerdo por la fábrica. Aunque aún no se había probado la eficacia de la vacuna, el equipo de Poetting empezó a realizar mediciones, a hacer planes y a formar a los trabajadores para su producción. En noviembre, Biontech y Pfizer tuvieron que reducir a la mitad su estimación de producción de dosis para 2020, hasta los 50 millones. Y para poder alcanzar su objetivo para 2021, sabían que tenían que poner rápidamente a funcionar la planta de Marburg.
Más dificultades
Otras farmacéuticas que también han decido apostar con su capacidad de producción por la producción de la vacuna de ARNm también parecen estar previendo dificultades. El gigante farmacéutico francés Sanofi aceptó a finales de enero encargarse del último paso de la producción de Biontech, rellenar los viales con la vacuna, pero dijo que no tendría las dosis listas para su envío hasta el verano.
El acuerdo de producción similar de Biontech con Novartis tampoco empezará a traducirse en suministros hasta el mes de julio, como muy pronto. No es un problema exclusivo de Biontech. Cuando Bayer se asoció con su rival de Biontech, Curevac, para la producción de otra vacuna de ARNm este mes, previó que las entregas no comenzarían hasta finales de año.
Estos plazos pueden parecer largos, pero para los estándares del sector, las compañías están avanzando a ritmos vertiginosos. Constituir un socio de producción externo suele llevar de 12 a 18 meses, afirma Florian von der Mülbe, jefe de producción de Curevac, pero «estamos en camino de hacerlo... en cuatro o cinco meses».
Biontech cerró la fábrica de Marburg en noviembre. Ese mismo mes, los resultados de los ensayos clínicos demostraron que su vacuna presentaba una eficacia del 95 por ciento contra el Covid-19, lo que asombró al mundo y provocó que los clientes empezaran a demandar aún más dosis.
Producción sencilla
«Aunque se trata de una tecnología nueva, la producción de la vacuna es más sencilla que la de algunos fármacos, ya que no es necesario cultivar o alimentar células vivas», afirma Poetting, físico de formación que anteriormente trabajaba en la rama de medicamentos genéricos de Novartis. «Todo se reduce a: añade los plásmidos, añade el tampón, agítalo durante X minutos a X grados, baja la temperatura y añade algunas enzimas», afirma. «Hemos tardado 20 años en optimizar la receta y encontrar los ingredientes, pero ahora se está cocinando de verdad».
Aumentar la producción de una vacuna de ARNm sigue requiriendo cierta delicadeza. «Si quieres hacer el volumen de salsa para la cena de Nochebuena multiplicado por 10, puede que no te salga, porque las cosas cambian un poco», afirma Poetting.
«La consistencia es diferente. La forma de agregar los ingredientes es un poco diferente. No se reduce simplemente a multiplicar por 10; las cosas son un poco más complicadas», añade.
El equipo de Poetting destinó una parte de sus limitadas existencias de lípidos para llevar a cabo la prueba en Marburg, necesaria para demostrar a la autoridad reguladora de los medicamentos en Europa que la calidad de la sustancia producida en el centro estaba a la altura. El primer lote, de unos 50 litros de material de ARNm, debería ser suficiente para fabricar 8 millones de dosis de vacuna.
Si este proceso tiene éxito, Biontech debería poder almacenar los lotes de ensayo y enviarlos a los clientes, tras un proceso de validación, en el mes de abril. Si sale algo mal, aunque sea algo tan pequeño como la contaminación provocada por un pinchazo en el envoltorio de un guante estéril, tendrán que volver a intentarlo. Afirma Poetting: «No es una obviedad que esto tenga que funcionar».