NOBLES Y REYES
ESCULTURAS MUY REALISTAS
La mayoría de esculturas del antiguo Egipto no estaban hechas para ser vistas. Proceden de tumbas y tenían un propósito funerario: ser el soporte en el que el ka (doble o fuerza vital) del difunto pudiera encarnarse. Por eso sorprende tanto el realismo de algunas de ellas, como la pareja formada por Rahotep, medio hermano de Keops, y su esposa Nofret. Se hallaron en su tumba en Meidum, donde se extiende una vasta necrópolis de mastabas del Reino Antiguo. Son, sin duda, uno de los mejores ejemplos de estatuaria del período, y se han convertido en grandes hitos de la historia del arte. Conservan en excelente estado su policromía original, y sus ojos, de cuarzo blanco y cristal de roca, miran fijamente al espectador. El color de su piel refleja las convenciones artísticas del período: Rahotep, en un tono más oscuro, y Nofret, más pálido. Algunas esculturas vinculadas a la realeza también nos impresionan por su perfección formal. A la derecha vemos una de las famosas tríadas halladas en 1908 por George Reisner en el templo del valle del complejo funerario de Micerino, en Gizeh. ¿Cuál era su propósito? Posiblemente tenían tanto un sentido religioso como político. Un modo de señalar que, en este caso, Micerino era un dios viviente y el señor de todo el país.
UN SUSTO DE MUERTE
En 1871, el ayudante de Auguste Mariette, Albert Daninos, encargó a uno de sus trabajadores que se introdujese en el interior de una tumba que acababan de descubir en Meidum. El hombre, no sin cierta aprensión, armado con una vela, se adentró en la galería... de donde al poco tiempo salió despavorido. «Se encontró con la presencia de dos seres humanos cuyos ojos le devolvían la mirada», escribiría Daninos en su diario de excavación.