El general español todavía no consideraba a Bolívar como un líder de importancia: una decisión errónea que iba a cambiar la historia
Bolívar consiguió refugiarse en Cartagena, una de las plazas más importantes de Nueva Granada. Los acontecimientos que se habían desencadenado a raíz de 1808 también habían derivado aquí en la creación de juntas autónomas y en un gobierno independentista bajo la forma de república, aunque a diferencia de Venezuela, en Nueva Granada la revolución tenía una base social más amplia, con el apoyo de los pardos.
Bolívar decidió escribir al congreso neogranadino advirtiendo de los errores cometidos en Venezuela, haciendo hincapié en los peligros de un gobierno federal y en la indulgencia hacia los españoles. En su texto hizo un llamamiento a la colaboración de todo el continente americano, destacando que la recuperación de su patria era indispensable para asegurar la revolución en las otras provincias y la independencia de toda Sudamérica. El escrito de Bolívar obtuvo sus frutos, y tanto él como otros oficiales venezolanos refugiados en Cartagena fueron aceptados en el ejército de Nueva Granada. El futuro Libertador quedó bajo el mando de la división del coronel Pierre Labatut, un mercenario francés, y fue destinado a Barranca, cerca de la desembocadura del río Magdalena. Labatut le había ordenado quedarse en su puesto hasta nueva orden, pero Bolívar le ignoró y decidió pasar a la acción. Tras reclutar a un grupo de voluntarios, se adentró en el río en dirección al territorio realista de Santa Marta. Con apenas doscientos hombres mal armados, Bolívar capturó la población de Tenerife, y poco después Mompós, plaza que tomó el 27 de diciembre de 1812. Las victorias se fueron sucediendo rápidamente, y el caraqueño