La pérdida del apoyo de Obama deja a Biden al borde de la retirada de la carrera electoral
El expresidente se muestra ya convencido de que todo lo que han logrado los demócratas está en peligro
Si Biden necesitaba «señales del todopoderoso» para reconsiderar su candidatura presidencial, dijo en una entrevista, las tuvo. El peso más pesado del Partido Demócrata, Barack Obama, ha sido la última figura en pronunciarse privadamente sobre la necesidad de que el mandatario se retire y deje paso a otra generación, antes de que sea imposible vencer a Donald Trump en noviembre.
Desde la debacle del pasado 27 de junio, cuando su actuación en el debate dejó palpable el deterioro físico y cognitivo del presidente de 81 años que quiere gobernar cuatro años más, el hombre que le llevó a la Casa Blanca como su segundo en 2009 ha recibido numerosas llamadas de demócratas preocupados por la terquedad del anciano a aceptar la realidad. Es algo que no debe sorprender a nadie que haya tenido que lidiar con un padre octogenario, pero que en este caso tiene consecuencias mundiales al tratarse del inquilino de la Casa Blanca.
Obama ha querido respetar a su colega y amigo, e incluso defendió al principio, por experiencia propia, que todo el mundo puede tener una mala noche en un debate, pero a medida que la crisis se agudiza y el deterioro de Biden resulta cada vez más palpable, el peso moral del partido ha advertido en privado a otros barones que el futuro de todo lo que ha hecho como presidente está en peligro si los republicanos llegan a controlar Casa Blanca y el Congreso.
Poderío de Trump
Es una posibilidad cada vez más temida ante el poderío de Trump, que salió prácticamente ileso con el puño en alto de un intento de asesinato y ha unificado al partido en la convención de Milwaukee. La elección del senador de Ohio J. D. Vance como vicepresidente le ayudará a consolidar el voto de los estados clave del cinturón industrial como Michigan, Ohio y Pensilvania. El atentado del sábado le ha proporcionado también la coartada perfecta para una supuesta catarsis que le transforma en un político conciliador, la imagen que necesita para atraer el voto de moderados e independientes que necesita para ganar en noviembre.
Confrontados con un anciano decrépito, aquejado de covid por tercera vez, que el sábado no alcanzaba a leer las frases del teleprónter en su discurso de Las Vegas, y al que los servicios secretos tuvieron que ayudar a subir a la limosina tras bajar del avión en Delaware, donde permanece en aislamiento, la alternativa de un presidente fuerte cuyo instinto de lucha le hizo salir del atentado con el puño en alto al grito de «¡Luchad!», es imbatible.
Una encuesta de AP reveló ayer que el 65% de los demócratas piensa que Biden debe retirarse de la competición. El líder del Senado, Chuck Schumer, y el de la Cámara Baja, Hakeem Jeffries, se lo comunicaron «contundentemente», el pasado fin de semana, según fuentes del ‘Washington Post’. Con todo, su campaña insiste en que Biden ya ha tomado la decisión de mantenerse en la contienda.