La Moncloa y el esqueleto
La regeneración democrática es mucho más que el cumplimiento de la ley, es la transparencia máxima del Gobierno. Si hay información puntual y limpia, los bulos desaparecen, de manera que la primera exigencia es que el Ejecutivo y su presidente no se hagan
Se nos avisó desde la Moncloa que el presidente del Gobierno iba a presentar «un esqueleto» de las medidas de regeneración democrática que anunció tras sus cinco días de reflexión. Lo hizo con ímpetu y con una aparente fuerza renovada. Y el Gobierno no ha engañado, porque fue lo que ocurrió. Un mero esqueleto con el punto de mira en la prensa y los llamados ‘pseudomedios, que nadie concreta cuáles son.
Si analizan el pleno del miércoles con un mínimo de distancia, en la Moncloa no pueden estar satisfechos. El presidente se repite a sí mismo con risas propias de un chiringuito de playa y con una obsesión desmedida con el PP, porque cree que todo lo que sea atacar a Feijóo sirve de pegamento para los grupos que le apoyan.
Feijóo fue muy duro, pero evitó cualquier gesto impropio. Sin embargo, el discurso que peor cuerpo puso a los socialistas fue el del nacionalista vasco Aitor Esteban, que con gran acierto puso encima de la mesa el debate que se quiere ocultar, que no es otro que el de la ética y el sentido común. Lo dijo el portavoz del PNV: de nada vale establecer leyes si no hay sentido común y ética.
En el caso de Begoña Gómez es lo que ha faltado: sentido común y sentido ético del papel que le ha tocado vivir. Es curioso que en la izquierda, tan afanosa en reclamar buenas conductas a los demás, ni un solo diputado de la llamada mayoría progresista haya dedicado una palabra, ni una, a denunciar lo que a todas luces es, cuando menos, una temeridad por parte de la esposa del presidente del Gobierno. La regeneración democrática es más, mucho más, que el cumplimiento de la ley, es la transparencia máxima del propio Gobierno. Si hay información puntual y limpia, los bulos desaparecen, de manera que la primera exigencia es que el Ejecutivo y su presidente no se hagan los remolones. Aún no sabemos, por ejemplo, a qué se debe el cambio de posición respecto al Sáhara. En paralelo, hay que exigir comportamientos éticos, presididos por el sentido común, por la prudencia; y nada de eso se ha dado en el comportamiento de Begoña Gómez.
Regeneración democrática es, por ejemplo, que el presidente hubiera dado una mínima explicación pública de un episodio como el de su mujer, o que hubieran denunciado las supuestas falsedades publicadas. Nada de nada y luego se rasgan las vestiduras con los bulos, que se producen en gran medida por la falta de información. Los silencios son también una forma sutil de alimentar bulos, aunque hay que admitir que siempre habrá a quienes les guste chapotear en ellos.
No tengo el menor interés en que Gómez sea condenada ni a un día de cárcel. Es más, ojalá que eso no ocurra. Pero sí creo que es necesario que se produzca el necesario reproche social a comportamientos, además de inéditos en nuestra democracia, claramente lesivos para el buen nombre de una institución como la Presidencia del Gobierno. Si la izquierda continúa callando ante
Regeneración democrática es, por ejemplo, que el presidente hubiera dado una mínima explicación pública de un episodio como el de su mujer
hechos claramente incompatibles con la ética y la estética, deberá callar para siempre, porque ha dejado la vía libre para que en el futuro lo único rechazable sea el delito, cuando no todo lo que no consta en el Código Penal es por sí mismo aceptable.